Castillo de Coruña del Conde
Castillo de Coruña del Conde
Las ruinas de la fortaleza se levantan en un cerro al noreste del pueblo, junto al estrecho paso que se abre a orillas del Arandilla. Este castillo fue uno de los más importantes en la línea defensiva del Duero. Aún se pueden contemplar los restos del cuerpo central y algunas de las torres.
Todavía a mediados del siglo VIII se cita a Clunia, la ciudad de ascendencia romana, como uno de los núcleos despoblados por Alfonso I en sus correrías por la Meseta en el 751. Tras el periodo de letargo que padecen estas tierras en los 150 años que van de aquella fecha al 900, el poblamiento antiguo se recrea de nueva planta, dando paso, junto a la Clunia romana, a la aldea de Coruña, mejor adaptada a las condiciones de vida de los tiempos medievales.
Como la mayor parte de las poblaciones de esta comarca, Coruña se consolida como núcleo rural de vocación agrícola y tránsito comercial en las décadas inmediatamente posteriores al año mil, cuando se borra de la Meseta la sombra siniestra de los ejércitos de Almanzor.
Más info
Este pueblo estuvo sometido directamente a la corona hasta que Alfonso XI lo enajenó a favor de Juan Martínez de Leiva. Tras ser objeto de un trasiego entre diversas familias de la nobleza comarcal, Enrique IV lo entrega a Lorenzo Suárez de Mendoza, que recibirá el título de conde por su apoyo al monarca en las luchas civiles que salpicaron su reinado. Desde este momento, Coruña adornará su nombre con el apellido “del Conde”.
La fortaleza se levanta en un cerro al noreste del pueblo, junto al estrecho paso que se abre a orillas del Arandilla, controlando el puente y la calzada romana. La cercana Clunia sirvió de fácil cantera a la hora de construir la fortaleza. Consta de un cuerpo alargado que ocupa la mitad Norte del cerro, y en el pasado estuvo defendido por una barbacana que hoy apenas se tiene en pie tras un largo periodo de deterioro. Los lados menores, que eran los más débiles, fueron reforzados por torres, además de contar con un profundo foso. En el Sur existieron dos fortísimos cubos huecos defendidos por saeteras, mientras que junto al cubo del Norte se hallaba la entrada al castillo. Las torres del Norte posiblemente son las más antiguas porque en sus paramentos se aprecian los sillares aprovechados de Clunia, y su diferente técnica y tamaño nos indican que fueron levantadas en fechas distintas; únicamente se mantiene en pie la mitad de cada una de ellas. A mediados del siglo XVII debieron hacerse algunos reparos; en la actualidad se encuentra en completa ruina.
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Castillo de Coruña del Conde
Las ruinas de la fortaleza se levantan en un cerro al noreste del pueblo, junto al estrecho paso que se abre a orillas del Arandilla. Este castillo fue uno de los más importantes en la línea defensiva del Duero. Aún se pueden contemplar los restos del cuerpo central y algunas de las torres.
Todavía a mediados del siglo VIII se cita a Clunia, la ciudad de ascendencia romana, como uno de los núcleos despoblados por Alfonso I en sus correrías por la Meseta en el 751. Tras el periodo de letargo que padecen estas tierras en los 150 años que van de aquella fecha al 900, el poblamiento antiguo se recrea de nueva planta, dando paso, junto a la Clunia romana, a la aldea de Coruña, mejor adaptada a las condiciones de vida de los tiempos medievales.
Como la mayor parte de las poblaciones de esta comarca, Coruña se consolida como núcleo rural de vocación agrícola y tránsito comercial en las décadas inmediatamente posteriores al año mil, cuando se borra de la Meseta la sombra siniestra de los ejércitos de Almanzor.
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Este pueblo estuvo sometido directamente a la corona hasta que Alfonso XI lo enajenó a favor de Juan Martínez de Leiva. Tras ser objeto de un trasiego entre diversas familias de la nobleza comarcal, Enrique IV lo entrega a Lorenzo Suárez de Mendoza, que recibirá el título de conde por su apoyo al monarca en las luchas civiles que salpicaron su reinado. Desde este momento, Coruña adornará su nombre con el apellido “del Conde”.
La fortaleza se levanta en un cerro al noreste del pueblo, junto al estrecho paso que se abre a orillas del Arandilla, controlando el puente y la calzada romana. La cercana Clunia sirvió de fácil cantera a la hora de construir la fortaleza. Consta de un cuerpo alargado que ocupa la mitad Norte del cerro, y en el pasado estuvo defendido por una barbacana que hoy apenas se tiene en pie tras un largo periodo de deterioro. Los lados menores, que eran los más débiles, fueron reforzados por torres, además de contar con un profundo foso. En el Sur existieron dos fortísimos cubos huecos defendidos por saeteras, mientras que junto al cubo del Norte se hallaba la entrada al castillo. Las torres del Norte posiblemente son las más antiguas porque en sus paramentos se aprecian los sillares aprovechados de Clunia, y su diferente técnica y tamaño nos indican que fueron levantadas en fechas distintas; únicamente se mantiene en pie la mitad de cada una de ellas. A mediados del siglo XVII debieron hacerse algunos reparos; en la actualidad se encuentra en completa ruina.