
Santa Gadea del Cid
Santa Gadea del Cid
Esta hermosa villa, declarada BIC (Bien de Interés Cultural) por su conjunto histórico-artístico, cuenta con un importante patrimonio artístico y de arquitectura popular, fruto de su dilatado pasado histórico.
El pequeño y pintoresco pueblo de Santa Gadea del Cid nació con una función claramente defensiva, dada su condición de núcleo fronterizo entre Castilla y Álava. De aquella impronta fundacional quedan huellas en los restos de su castillo y de sus murallas.
La villa estuvo rodeada por las murallas, de las que hoy tan sólo se conservan algunos restos, como los que conforman los muros de algunas de las viviendas. Actualmente se accede a la localidad por dos de las antiguas puertas de esta muralla, la de “Encima de la Villa”, en la que se situó la antigua cárcel, y la otra “Arco de la calle de Abajo o de las Eras”.
En lo alto, sobre un montículo rocoso, se encuentra el castillo, de finales del siglo XV, construido por Pedro López Manrique sobre otro anterior, del siglo XI.
Su torre del homenaje vigila atenta todo el caserío situado a sus pies.
La localidad es un magnífico ejemplo de arquitectura popular: las casas de la Plaza de la Iglesia, entre otras, muestran los clásicos entramados de madera, rellenos de ladrillo de tejar. Todas estas casas tienen soportales, que contribuyen más, si cabe, a hacer de éste un pueblo pintoresco, en el que aún se respiran aires medievales.
De su patrimonio religioso destacan la iglesia de San Pedro, y las ermitas de Nuestra Señora del Patrocinio y Nuestra Señora de las eras.
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Santa Gadea del Cid
Esta hermosa villa, declarada BIC (Bien de Interés Cultural) por su conjunto histórico-artístico, cuenta con un importante patrimonio artístico y de arquitectura popular, fruto de su dilatado pasado histórico.
El pequeño y pintoresco pueblo de Santa Gadea del Cid nació con una función claramente defensiva, dada su condición de núcleo fronterizo entre Castilla y Álava. De aquella impronta fundacional quedan huellas en los restos de su castillo y de sus murallas.
La villa estuvo rodeada por las murallas, de las que hoy tan sólo se conservan algunos restos, como los que conforman los muros de algunas de las viviendas. Actualmente se accede a la localidad por dos de las antiguas puertas de esta muralla, la de “Encima de la Villa”, en la que se situó la antigua cárcel, y la otra “Arco de la calle de Abajo o de las Eras”.
En lo alto, sobre un montículo rocoso, se encuentra el castillo, de finales del siglo XV, construido por Pedro López Manrique sobre otro anterior, del siglo XI.
Su torre del homenaje vigila atenta todo el caserío situado a sus pies.
La localidad es un magnífico ejemplo de arquitectura popular: las casas de la Plaza de la Iglesia, entre otras, muestran los clásicos entramados de madera, rellenos de ladrillo de tejar. Todas estas casas tienen soportales, que contribuyen más, si cabe, a hacer de éste un pueblo pintoresco, en el que aún se respiran aires medievales.
De su patrimonio religioso destacan la iglesia de San Pedro, y las ermitas de Nuestra Señora del Patrocinio y Nuestra Señora de las eras.