Santuario de Santa Casilda
Santuario de Santa Casilda
El santuario de Santa Casilda se emplaza en un risco calcáreo desde el que se puede contemplar buena parte de la comarca burebana. Este lugar debe su nombre a una princesa mora, hija del rey de Toledo Al-Mamún.
Al inicio del ascenso al Santuario, que data del siglo XVI, encontramos en un agradable paisaje los denominados “pozo blanco” y “pozo negro”. De especial belleza es la estatua yacente de la santa realizado por Gil de Siloé.
Corría el siglo XI cuando esta noble princesa fue descubierta por su padre mientras llevaba panes a los prisioneros cristianos de las mazmorras de Toledo, apenada por las torturas y vida miserable que llevaban los cautivos. Al verla le preguntó qué llevaba en su regazo y ella respondió que flores. Según la leyenda, los alimentos que portaba se convirtieron en rosas, evitando así la ira de su padre. Este milagro quedaría siempre unido a la representación iconográfica de la santa conocida como la santa de las rosas.
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Por esta misma época se le declaró a la princesa una enfermedad calificada por los médicos árabes de incurable y que hoy algunos identifican como un posible cáncer de matriz. Llegó entonces a Toledo la noticia de que en unos lagos cristianos, los “Lagos de San Vicente”, podía curarse esta enfermedad. Al-Mamún autorizó a su hija a ir a este lugar y fue allí donde Casilda recibió el bautismo, viviendo desde entonces una retirada vida de penitencia cristiana. La vida eremítica de Casilda fue intensa pero breve, y su cuerpo se quedó para siempre en estos nobles riscos.
El paraje de los lagos que determinó la venida de Casilda era muy diferente del actual. Existían dos pozos en aquel lugar. Uno, el “pozo blanco”, del que salía un pequeño arroyo que algunos metros más allá, en la arboleda, formaba el “pozo negro”. Al “pozo blanco” se le atribuye la virtud de hacer fecundas a las mujeres estériles, y al “pozo negro” la de curar los flujos de sangre. La fama de sus aguas fue creciendo y con el tiempo se convirtió en un lugar de peregrinación al que acudían las gentes atraídas por la fama taumatúrgica de la santa de origen moro.
En época de la santa se encontraba en las proximidades de los lagos el monasterio de San Vicente de Buezo, mandado reconstruir por Sancho II, contemporáneo de Casilda. El santuario actual, situado en lo alto del risco sobre piedra viva, fue construido de nueva planta a finales del siglo XV y en el primer tercio del siglo XVI. Hacia 1750 se amplió y transformó en un espectacular edificio de estilo barroco. En su interior se conserva la radiante imagen recostada de la santa sobre su sepulcro obra de Diego de Siloé.
Santa Casilda ha contado siempre con el cariño y la admiración de los habitantes de su tierra de adopción. En el mes de mayo se celebra la concurrida fiesta y romería de La Tabera, que se inicia en este lugar y que continúa en Briviesca. El juego de apuestas consiste en lanzar un huesecillo de cordero, denominado “taba”, de cuya posición al caer depende ganar o perder.
También se puede ir caminando por alguna de las rutas trazadas desde diferentes pueblos burebanos hasta este lugar. El santuario ofrece la oportunidad de disfrutar de un día de campo en sus merenderos y en el entorno de los pozos, gozando de una gran riqueza vegetal, respirando ese ambiente de serenidad y de paz que, siglos atrás, envolvió a santa Casilda.
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Santuario de Santa Casilda
El santuario de Santa Casilda se emplaza en un risco calcáreo desde el que se puede contemplar buena parte de la comarca burebana. Este lugar debe su nombre a una princesa mora, hija del rey de Toledo Al-Mamún.
Al inicio del ascenso al Santuario, que data del siglo XVI, encontramos en un agradable paisaje los denominados “pozo blanco” y “pozo negro”. De especial belleza es la estatua yacente de la santa realizado por Gil de Siloé.
Corría el siglo XI cuando esta noble princesa fue descubierta por su padre mientras llevaba panes a los prisioneros cristianos de las mazmorras de Toledo, apenada por las torturas y vida miserable que llevaban los cautivos. Al verla le preguntó qué llevaba en su regazo y ella respondió que flores. Según la leyenda, los alimentos que portaba se convirtieron en rosas, evitando así la ira de su padre. Este milagro quedaría siempre unido a la representación iconográfica de la santa conocida como la santa de las rosas.
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Por esta misma época se le declaró a la princesa una enfermedad calificada por los médicos árabes de incurable y que hoy algunos identifican como un posible cáncer de matriz. Llegó entonces a Toledo la noticia de que en unos lagos cristianos, los “Lagos de San Vicente”, podía curarse esta enfermedad. Al-Mamún autorizó a su hija a ir a este lugar y fue allí donde Casilda recibió el bautismo, viviendo desde entonces una retirada vida de penitencia cristiana. La vida eremítica de Casilda fue intensa pero breve, y su cuerpo se quedó para siempre en estos nobles riscos.
El paraje de los lagos que determinó la venida de Casilda era muy diferente del actual. Existían dos pozos en aquel lugar. Uno, el “pozo blanco”, del que salía un pequeño arroyo que algunos metros más allá, en la arboleda, formaba el “pozo negro”. Al “pozo blanco” se le atribuye la virtud de hacer fecundas a las mujeres estériles, y al “pozo negro” la de curar los flujos de sangre. La fama de sus aguas fue creciendo y con el tiempo se convirtió en un lugar de peregrinación al que acudían las gentes atraídas por la fama taumatúrgica de la santa de origen moro.
En época de la santa se encontraba en las proximidades de los lagos el monasterio de San Vicente de Buezo, mandado reconstruir por Sancho II, contemporáneo de Casilda. El santuario actual, situado en lo alto del risco sobre piedra viva, fue construido de nueva planta a finales del siglo XV y en el primer tercio del siglo XVI. Hacia 1750 se amplió y transformó en un espectacular edificio de estilo barroco. En su interior se conserva la radiante imagen recostada de la santa sobre su sepulcro obra de Diego de Siloé.
Santa Casilda ha contado siempre con el cariño y la admiración de los habitantes de su tierra de adopción. En el mes de mayo se celebra la concurrida fiesta y romería de La Tabera, que se inicia en este lugar y que continúa en Briviesca. El juego de apuestas consiste en lanzar un huesecillo de cordero, denominado “taba”, de cuya posición al caer depende ganar o perder.
También se puede ir caminando por alguna de las rutas trazadas desde diferentes pueblos burebanos hasta este lugar. El santuario ofrece la oportunidad de disfrutar de un día de campo en sus merenderos y en el entorno de los pozos, gozando de una gran riqueza vegetal, respirando ese ambiente de serenidad y de paz que, siglos atrás, envolvió a santa Casilda.