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Castillo de Torrepadierne

Castillo de Torrepadierne

El Castillo de Torrepadierne se encuentra en la localidad del mismo nombre, en el término municipal de Pampliega. Actualmente se encuentra completamente restaurado, siendo de propiedad privada.

Este palacio con torre fuerte datra de los siglos XV y XVI. Destaca por su esbeltez, elegancia y bellas proporciones. Sobre la fachada de la torre se pueden ver los escudos de las familias Valdivielso, Avellaneda y Ulloa. En 1214 apare cecomo Torre de Padierno con Fueros propios, en escritura de compra de García Fernández de Villamayor, mayordomo de la reina Leonor y descendiente de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid.

El conjunto fortificado consta de un palacio a través del cual se pasa a la torre propiamente dicha. La torre del homenaje, de 10 m. de lado y más de 30 de altura, destaca por su esbeltez, elegancia y bellas proporciones. Posee algunas ventanas con rejas y escasas saeteras. Coronando la torre hay salientes garitones almenados, que servirían de modelo a la puerta de Santa María de la ciudad de Burgos. Los matacanes están reforzados en su centro con torrecillas semejantes de menor tamaño y todo el conjunto está defendido por abundantes troneras.

Sobre la fachada del edificio y en los garitones de la torre aparecen incrustados una serie de escudos correspondientes a los Valdivielso, Avellaneda y Ulloa, junto a otros de dudosa identificación.



Finca Torrepadierne, 3, 09226 Torrepadierne, Burgos

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Más info

En el interior tiene cuatro plantas, apoyadas en bóvedas de perfil apuntado. La torre contó con foso, contrafoso y puente levadizo, que debieron ser demolidos.

Al palacio se accede por un ingreso de arco de medio punto. Las ventanas, adinteladas y enrejadas, se reparten por los lienzos alternándose con algunas saeteras. En el interior tiene patio rectangular porticado de dos plantas, destacando en la inferior las columnas de sección octogonal sobre las que descansan arcos escarzanos.

Aunque la fortaleza comenzó a ser levantada a finales del siglo XV por Lope de Valdivielso, fue su hijo Diego quién entre 1500 y 1520 culminó la construcción de la misma, con el fin de defender el señorío de Torrepadierne.

La obra alcanzó tales dimensiones que hasta la ciudad de Burgos tuvo que recurrir a los tribunales. Una sentencia de la Chancillería de Valladolid obligó al derribo de todos los elementos defensivos, a excepción del palacio y de la torre, que es lo que hoy se puede contemplar en magnífico estado de conservación en una de las fortalezas más bellas de la provincia.

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El conjunto fortificado consta de un palacio a través del cual se pasa a la torre propiamente dicha. La torre del homenaje, de 10 m. de lado y más de 30 de altura, destaca por su esbeltez, elegancia y bellas proporciones. Posee algunas ventanas con rejas y escasas saeteras. Coronando la torre hay salientes garitones almenados, que servirían de modelo a la puerta de Santa María de la ciudad de Burgos. Los matacanes están reforzados en su centro con torrecillas semejantes de menor tamaño y todo el conjunto está defendido por abundantes troneras.

Sobre la fachada del edificio y en los garitones de la torre aparecen incrustados una serie de escudos correspondientes a los Valdivielso, Avellaneda y Ulloa, junto a otros de dudosa identificación.



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En el interior tiene cuatro plantas, apoyadas en bóvedas de perfil apuntado. La torre contó con foso, contrafoso y puente levadizo, que debieron ser demolidos.

Al palacio se accede por un ingreso de arco de medio punto. Las ventanas, adinteladas y enrejadas, se reparten por los lienzos alternándose con algunas saeteras. En el interior tiene patio rectangular porticado de dos plantas, destacando en la inferior las columnas de sección octogonal sobre las que descansan arcos escarzanos.

Aunque la fortaleza comenzó a ser levantada a finales del siglo XV por Lope de Valdivielso, fue su hijo Diego quién entre 1500 y 1520 culminó la construcción de la misma, con el fin de defender el señorío de Torrepadierne.

La obra alcanzó tales dimensiones que hasta la ciudad de Burgos tuvo que recurrir a los tribunales. Una sentencia de la Chancillería de Valladolid obligó al derribo de todos los elementos defensivos, a excepción del palacio y de la torre, que es lo que hoy se puede contemplar en magnífico estado de conservación en una de las fortalezas más bellas de la provincia.

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