Miranda de Ebro
Miranda de Ebro
En el extremo nororiental de la provincia de Burgos, muy cerca del País Vasco y de La Rioja, Miranda de Ebro constituye la segunda ciudad más importante de la provincia, después de la capital.
Desde tiempos prehistóricos fue un enclave estratégico para la defensa del paso del Ebro, lugar de tránsito y cruce de caminos. Lugar de vital trascendencia geográfica en época romana y altomedieval, su control fue fundamental durante los siglos IX y X y en los siglos XI y XII, tuvo una gran vitalidad comercial y ferial. Durante este tiempo el Camino de Santiago de la denominada Ruta Alavesa discurría por Miranda, lo que motivó el asentamiento de gran número de francos y judíos, constituyéndose allí una de las juderías más populosas de Castilla.
El Ebro divide el caserío en dos barrios, Aquende y Allende. El primero está recorrido por estrechas calles, herencia de su vieja aljama judía. En Aquende se encuentra la iglesia de Santa María de Altamira, de mediados del siglo XVI, en la que se venera a la patrona de la ciudad. En este barrio se sitúa la Plaza Mayor, donde se levanta el Ayuntamiento, un edificio neoclásico diseñado por Ventura Rodríguez en 1778, y varias casas señoriales: la casa noble de Urbina se hospedó, la Casa de las Cadenas, de la familia Gil Delgado, Condes de Berberana, etc. Muy interesantes son también los restos de la antigua iglesia gótica de San Juan. Sobresaliendo sobre el barrio de Aquende, y próximo a lo que fue la antigua fortaleza, se levanta el Convento de San Francisco. Aunque se trata de una fundación medieval del siglo XIII, los restos conservados responden a los siglos XVI y XVIII.
El puente de Carlos III permite cruzar el río y llegar al barrio de Allende. Es un puente neoclásico, construido en 1777 sobre otro anterior medieval, destruido por la riada de 1775. En esta época se llevó a cabo una profunda transformación urbanística, en sintonía con la corriente del reformismo borbónico, y se construyeron algunos de los más importantes edificios públicos del lugar.
Desde finales del siglo XIX, y durante todo el XX, Miranda se consolidó como una ciudad ferroviaria e industrial.
En Allende está la iglesia de San Nicolás, con un notable ábside románico. En esta zona se levanta el ensanche de la ciudad. Aún se conservan algunas interesantes casas de estilo ecléctico de la primera mitad del siglo XX.
Del castillo solo quedan restos, ya que lo volaron las tropas napoleónicas durante la Guerra de Independencia.
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Cerca de la población se levanta el antiguo monasterio jerónimo de San Miguel del Monte. Los restos conservados corresponden a los siglos XV y XVI y a la época barroca y actualmente sirve de residencia de ancianos de la Diputación de Burgos.
La fiesta más singular, declarada de interés turístico nacional, es la de San Juan del Monte. Se celebra 50 días después del domingo de Resurrección. Los primeros datos que se tienen de esta romería se remontan a los siglos XIV y XV. Ya en esas fechas se tiene constancia de que Miranda y otros pueblos de alrededor realizaban una procesión y una romería, para que el santo les concediera beneficios relacionados con las cosechas.
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Miranda de Ebro
En el extremo nororiental de la provincia de Burgos, muy cerca del País Vasco y de La Rioja, Miranda de Ebro constituye la segunda ciudad más importante de la provincia, después de la capital.
Desde tiempos prehistóricos fue un enclave estratégico para la defensa del paso del Ebro, lugar de tránsito y cruce de caminos. Lugar de vital trascendencia geográfica en época romana y altomedieval, su control fue fundamental durante los siglos IX y X y en los siglos XI y XII, tuvo una gran vitalidad comercial y ferial. Durante este tiempo el Camino de Santiago de la denominada Ruta Alavesa discurría por Miranda, lo que motivó el asentamiento de gran número de francos y judíos, constituyéndose allí una de las juderías más populosas de Castilla.
El Ebro divide el caserío en dos barrios, Aquende y Allende. El primero está recorrido por estrechas calles, herencia de su vieja aljama judía. En Aquende se encuentra la iglesia de Santa María de Altamira, de mediados del siglo XVI, en la que se venera a la patrona de la ciudad. En este barrio se sitúa la Plaza Mayor, donde se levanta el Ayuntamiento, un edificio neoclásico diseñado por Ventura Rodríguez en 1778, y varias casas señoriales: la casa noble de Urbina se hospedó, la Casa de las Cadenas, de la familia Gil Delgado, Condes de Berberana, etc. Muy interesantes son también los restos de la antigua iglesia gótica de San Juan. Sobresaliendo sobre el barrio de Aquende, y próximo a lo que fue la antigua fortaleza, se levanta el Convento de San Francisco. Aunque se trata de una fundación medieval del siglo XIII, los restos conservados responden a los siglos XVI y XVIII.
El puente de Carlos III permite cruzar el río y llegar al barrio de Allende. Es un puente neoclásico, construido en 1777 sobre otro anterior medieval, destruido por la riada de 1775. En esta época se llevó a cabo una profunda transformación urbanística, en sintonía con la corriente del reformismo borbónico, y se construyeron algunos de los más importantes edificios públicos del lugar.
Desde finales del siglo XIX, y durante todo el XX, Miranda se consolidó como una ciudad ferroviaria e industrial.
En Allende está la iglesia de San Nicolás, con un notable ábside románico. En esta zona se levanta el ensanche de la ciudad. Aún se conservan algunas interesantes casas de estilo ecléctico de la primera mitad del siglo XX.
Del castillo solo quedan restos, ya que lo volaron las tropas napoleónicas durante la Guerra de Independencia.
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Cerca de la población se levanta el antiguo monasterio jerónimo de San Miguel del Monte. Los restos conservados corresponden a los siglos XV y XVI y a la época barroca y actualmente sirve de residencia de ancianos de la Diputación de Burgos.
La fiesta más singular, declarada de interés turístico nacional, es la de San Juan del Monte. Se celebra 50 días después del domingo de Resurrección. Los primeros datos que se tienen de esta romería se remontan a los siglos XIV y XV. Ya en esas fechas se tiene constancia de que Miranda y otros pueblos de alrededor realizaban una procesión y una romería, para que el santo les concediera beneficios relacionados con las cosechas.