Poza de la Sal
Poza de la Sal
A los pies de un macizo rocoso, sobre el que se alza el castillo de los Rojas, se encuentra Poza de la Sal. Esta villa aún conserva, junto a sus famosas salinas, el encanto de viejas calles que guardan el sabor de otros tiempos. Su desarrollo histórico va íntimamente unido a su principal fuente económica hoy desaparecida: la explotación de la sal.
Pintoresca por su emplazamiento, en el borde del páramo que delimita la Bureba por el oeste, y morfología urbana, Poza de la Sal fue una villa fortificada, como muestran los restos bien conservados puertas y murallas en su inexpugnable castillo, la fortaleza de los Rojas, que domina la villa desde lo alto.
El recorrido de sus calles empedradas de fuerte sabor medieval está jalonado por edificios de gran interés como la Iglesia de San Cosme y San Damián, de estilo gótico con portada barroca, en la que destacan los retablos de su interior, y el ayuntamiento, edificio del siglo XVI. Se conservan también restos de la muralla y de sus puertas como el Arco Conjuradero, la puerta principal de la villa; la Puerta Alta y la Plaza Nueva. En el centro de la Plaza Nueva se dispone un templete de música, que cuenta con una gran tradición, ya que Poza posee una de las bandas municipales de música más importantes de la provincia. No es de extrañar, por tanto, que en esta villa se celebre anualmente un Festival Nacional de Charangas en el mes de mayo.
La calle Mayor, que nace en la Plaza Vieja, no permite apreciar la perfecta adaptación del caserío a un emplazamiento de ladera con reducido espacio edificable. Las calles son estrechas, las casas se elevan en tres o cuatro pisos, y tienen una planta muy reducida; incluso los aleros de algunas casas llegan a juntarse. Es un espacio muy angosto, en desnivel y muy bien defendido. Las plazuelas, al igual que algunas calles, están porticadas. En el empedrado de las calles, e incluso en los suelos de las casas, se alternan las ofitas, procedentes del entorno del diapiro, con piedras más claras. En la construcción de las viviendas se ha utilizado la caliza como basamento, el entramado de madera en disposición vertical, horizontal o cruzada y el yeso para revocar.
Resulta interesante la visita al conjunto de las salinas recuperadas, iniciando el itinerario en la antigua Casa de Administración de las Reales Salinas, del siglo XVIII, que alberga el Centro de Interpretación de las Salinas. El museo de las salinas está orientado, por un lado, al conocimiento del diapiro, fenómeno geológico muy peculiar que originó el yacimiento salino, considerado como uno de los diapiros más importantes de mundo; y, por otro, a la divulgación del proceso tradicional de explotación y elaboración de la sal, de características especiales, por su singularidad, en estas salinas. Algunas salinas se han recuperado y es posible adquirir en la Oficina de turismo este preciado producto local.
También puede visitarse el museo dedicado a Félix Rodríguez de la Fuente, naturalista originario de este precioso pueblo burgalés. Una estatua acompañada de un lobo le rinde también homenaje al célebre divulgador.
El domingo más próximo al 5 de febrero, día de San Blas, se celebra en Poza de la Sal una Fiesta declarada de Interés Turístico de Castilla y León. Durante la fiesta, los pozanos ejecutan la Danza del Escarrete. Esta danza tradicional es una de las más conocidas señas de identidad de la villa salinera. Se trata de un acto de homenaje popular a San Blas en el que cuatro parejas jóvenes danzan a la pata coja alrededor de gallinas y conejos en solicitud de un año próspero para la familia.
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Poza de la Sal
A los pies de un macizo rocoso, sobre el que se alza el castillo de los Rojas, se encuentra Poza de la Sal. Esta villa aún conserva, junto a sus famosas salinas, el encanto de viejas calles que guardan el sabor de otros tiempos. Su desarrollo histórico va íntimamente unido a su principal fuente económica hoy desaparecida: la explotación de la sal.
Pintoresca por su emplazamiento, en el borde del páramo que delimita la Bureba por el oeste, y morfología urbana, Poza de la Sal fue una villa fortificada, como muestran los restos bien conservados puertas y murallas en su inexpugnable castillo, la fortaleza de los Rojas, que domina la villa desde lo alto.
El recorrido de sus calles empedradas de fuerte sabor medieval está jalonado por edificios de gran interés como la Iglesia de San Cosme y San Damián, de estilo gótico con portada barroca, en la que destacan los retablos de su interior, y el ayuntamiento, edificio del siglo XVI. Se conservan también restos de la muralla y de sus puertas como el Arco Conjuradero, la puerta principal de la villa; la Puerta Alta y la Plaza Nueva. En el centro de la Plaza Nueva se dispone un templete de música, que cuenta con una gran tradición, ya que Poza posee una de las bandas municipales de música más importantes de la provincia. No es de extrañar, por tanto, que en esta villa se celebre anualmente un Festival Nacional de Charangas en el mes de mayo.
La calle Mayor, que nace en la Plaza Vieja, no permite apreciar la perfecta adaptación del caserío a un emplazamiento de ladera con reducido espacio edificable. Las calles son estrechas, las casas se elevan en tres o cuatro pisos, y tienen una planta muy reducida; incluso los aleros de algunas casas llegan a juntarse. Es un espacio muy angosto, en desnivel y muy bien defendido. Las plazuelas, al igual que algunas calles, están porticadas. En el empedrado de las calles, e incluso en los suelos de las casas, se alternan las ofitas, procedentes del entorno del diapiro, con piedras más claras. En la construcción de las viviendas se ha utilizado la caliza como basamento, el entramado de madera en disposición vertical, horizontal o cruzada y el yeso para revocar.
Resulta interesante la visita al conjunto de las salinas recuperadas, iniciando el itinerario en la antigua Casa de Administración de las Reales Salinas, del siglo XVIII, que alberga el Centro de Interpretación de las Salinas. El museo de las salinas está orientado, por un lado, al conocimiento del diapiro, fenómeno geológico muy peculiar que originó el yacimiento salino, considerado como uno de los diapiros más importantes de mundo; y, por otro, a la divulgación del proceso tradicional de explotación y elaboración de la sal, de características especiales, por su singularidad, en estas salinas. Algunas salinas se han recuperado y es posible adquirir en la Oficina de turismo este preciado producto local.
También puede visitarse el museo dedicado a Félix Rodríguez de la Fuente, naturalista originario de este precioso pueblo burgalés. Una estatua acompañada de un lobo le rinde también homenaje al célebre divulgador.
El domingo más próximo al 5 de febrero, día de San Blas, se celebra en Poza de la Sal una Fiesta declarada de Interés Turístico de Castilla y León. Durante la fiesta, los pozanos ejecutan la Danza del Escarrete. Esta danza tradicional es una de las más conocidas señas de identidad de la villa salinera. Se trata de un acto de homenaje popular a San Blas en el que cuatro parejas jóvenes danzan a la pata coja alrededor de gallinas y conejos en solicitud de un año próspero para la familia.
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