
Oña
Oña
Esta bella población, a cuyos pies corre el río Oca, extiende su caserío por calles empinadas ante el grandioso Monasterio de San Salvador.
Enclavada bajo la impresionante silueta de la Mesa de Oña, la villa de Oña conserva plazas y rincones de claro sabor medieval, como la calle Barruso, antigua judería. También podemos contemplar los restos de la antigua muralla y la iglesia gótica de San Juan, en cuya torre está instalado un pequeño museo.
El Monasterio de San Salvador de Oña es uno de los hitos de la historia de Castilla. El impresionante edificio alberga numerosas obras de arte. Destacan los panteones reales y condales, el retablo mayor barroco, la sillería coral, diferentes tablas y pinturas murales góticas, la sacristía con bellas piezas artísticas, el antiguo refectorio y el magnífico claustro del siglo XVI obra de Simón de Colonia.
Resulta una visita obligada el interesante Centro de Interpretación del Medievo, que nos ayudará a conocer mejor la historia de Oña y , especialmente, la del Monasterio de San Salvador.


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Situada a los pies de la Sierra de Oña y en la misma entrada del desfiladero del río Oca, Oña se enmarca en uno de los paisajes más bellos de toda la provincia burgalesa. Es la capital del ayuntamiento más extenso de La Bureba y el más expansivo en lo referente a anexión de otros municipios.
La villa ofrece una historia larga y fecunda. Cuevas con restos prehistóricos, como La Blanca, Penches o El Caballón, y un castro autrigón posteriormente romanizado, son algunos ejemplos de la antigüedad del poblamiento en el entorno de Oña. La aparición en la historia de este lugar se produjo en el siglo IX, cuando se convirtió en paso estratégico para las gentes refugiadas en el norte. Pero el momento estelar de su pasado medieval se situaría en el año 1011, cuando el conde castellano Sancho García, nieto de Fernán González, fundó el Monasterio de San Salvador de Oña para que en él profesara su hija Trigidia. Su yerno, Sancho III el Mayor de Navarra, se lo encomendó a los benedictinos en 1032, y, a partir de este momento, la historia de Oña caminó, a lo largo de los siglos, en paralelo a la historia de su Monasterio.
Además del monasterio de San Salvador, en Oña se pueden visitar otros monumentos. Lo más interesante se concentra en la plaza del Ayuntamiento o en sus inmediaciones. Allí encontramos la iglesia de San Juan, cuya construcción primitiva es románica, a pesar de que su fachada gótica nos sitúe en el siglo XIII. Posee planta en forma de “T”. El retablo barroco que la presidía se colocó en la sacristía y, en su lugar, se puso un calvario medieval traído de la cercana localidad de Tamayo. En la torre de la Iglesia está instalado un pequeño Museo.
El Ayuntamiento es un edificio de dos plantas de construcción moderna. En el centro, labrado en piedra, figura el escudo de Oña, en cuya parte superior aparece un águila sobre un risco con las alas extendidas y una cabra con las patas delanteras alzadas. En la inferior se representa al águila atacando con el pico el lomo de la cabra.
Del Ayuntamiento arranca la calle más típica y más antigua de Oña, la calle Barruso. Es estrecha, con el desfiladero de La Horadada como fondo. La villa conserva también una serie de edificios blasonados, entre los que sobresalen las casas de las familias Alonso de Prado y Díaz del Castillo y el palacio del obispo González Manso. Al final de esta calle se encuentra el Centro de Interpretación del Medievo.
Desde Oña podemos adentrarnos en el desfiladero del Oca, hacia su desembocadura en el río Ebro. Una cuidada senda peatonal, que comienza en la villa, invita a recorrer la angosta y profunda garganta que permite disfrutar de los encantos que atesoran la Sierra de Oña y las primeras estribaciones de la Sierra de La Llana.
Entre las fiestas de Oña destacan las romerías de San Vitores (26 de agosto) y de Santa Paulina (21 de octubre). Durante el mes de agosto tiene lugar la representación de “El Cronicón de Oña”, en el que personas del pueblo escenifican, cada año por las calles y en el interior de la vieja iglesia monacal de San Salvador, buena parte del pasado medieval de la villa.
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Oña
Esta bella población, a cuyos pies corre el río Oca, extiende su caserío por calles empinadas ante el grandioso Monasterio de San Salvador.
Enclavada bajo la impresionante silueta de la Mesa de Oña, la villa de Oña conserva plazas y rincones de claro sabor medieval, como la calle Barruso, antigua judería. También podemos contemplar los restos de la antigua muralla y la iglesia gótica de San Juan, en cuya torre está instalado un pequeño museo.
El Monasterio de San Salvador de Oña es uno de los hitos de la historia de Castilla. El impresionante edificio alberga numerosas obras de arte. Destacan los panteones reales y condales, el retablo mayor barroco, la sillería coral, diferentes tablas y pinturas murales góticas, la sacristía con bellas piezas artísticas, el antiguo refectorio y el magnífico claustro del siglo XVI obra de Simón de Colonia.
Resulta una visita obligada el interesante Centro de Interpretación del Medievo, que nos ayudará a conocer mejor la historia de Oña y , especialmente, la del Monasterio de San Salvador.
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Situada a los pies de la Sierra de Oña y en la misma entrada del desfiladero del río Oca, Oña se enmarca en uno de los paisajes más bellos de toda la provincia burgalesa. Es la capital del ayuntamiento más extenso de La Bureba y el más expansivo en lo referente a anexión de otros municipios.
La villa ofrece una historia larga y fecunda. Cuevas con restos prehistóricos, como La Blanca, Penches o El Caballón, y un castro autrigón posteriormente romanizado, son algunos ejemplos de la antigüedad del poblamiento en el entorno de Oña. La aparición en la historia de este lugar se produjo en el siglo IX, cuando se convirtió en paso estratégico para las gentes refugiadas en el norte. Pero el momento estelar de su pasado medieval se situaría en el año 1011, cuando el conde castellano Sancho García, nieto de Fernán González, fundó el Monasterio de San Salvador de Oña para que en él profesara su hija Trigidia. Su yerno, Sancho III el Mayor de Navarra, se lo encomendó a los benedictinos en 1032, y, a partir de este momento, la historia de Oña caminó, a lo largo de los siglos, en paralelo a la historia de su Monasterio.
Además del monasterio de San Salvador, en Oña se pueden visitar otros monumentos. Lo más interesante se concentra en la plaza del Ayuntamiento o en sus inmediaciones. Allí encontramos la iglesia de San Juan, cuya construcción primitiva es románica, a pesar de que su fachada gótica nos sitúe en el siglo XIII. Posee planta en forma de “T”. El retablo barroco que la presidía se colocó en la sacristía y, en su lugar, se puso un calvario medieval traído de la cercana localidad de Tamayo. En la torre de la Iglesia está instalado un pequeño Museo.
El Ayuntamiento es un edificio de dos plantas de construcción moderna. En el centro, labrado en piedra, figura el escudo de Oña, en cuya parte superior aparece un águila sobre un risco con las alas extendidas y una cabra con las patas delanteras alzadas. En la inferior se representa al águila atacando con el pico el lomo de la cabra.
Del Ayuntamiento arranca la calle más típica y más antigua de Oña, la calle Barruso. Es estrecha, con el desfiladero de La Horadada como fondo. La villa conserva también una serie de edificios blasonados, entre los que sobresalen las casas de las familias Alonso de Prado y Díaz del Castillo y el palacio del obispo González Manso. Al final de esta calle se encuentra el Centro de Interpretación del Medievo.
Desde Oña podemos adentrarnos en el desfiladero del Oca, hacia su desembocadura en el río Ebro. Una cuidada senda peatonal, que comienza en la villa, invita a recorrer la angosta y profunda garganta que permite disfrutar de los encantos que atesoran la Sierra de Oña y las primeras estribaciones de la Sierra de La Llana.
Entre las fiestas de Oña destacan las romerías de San Vitores (26 de agosto) y de Santa Paulina (21 de octubre). Durante el mes de agosto tiene lugar la representación de “El Cronicón de Oña”, en el que personas del pueblo escenifican, cada año por las calles y en el interior de la vieja iglesia monacal de San Salvador, buena parte del pasado medieval de la villa.

