Monasterio de Santa María de Bujedo de Juarros
Monasterio de Santa María de Bujedo de Juarros
Perdido en las primeras estribaciones de la Sierra de la Demanda, al fondo de un estrecho valle, se halla el monasterio cisterciense de Santa María de Bujedo de Juarros. Existen discrepancias en cuanto a su fecha de fundación, siendo los años 1159 y 1172 los años más apuntados como posibles. En la actualidad es de propiedad privada.
Como corresponde con el estilo de la orden, el edificio es sobrio. En el suelo se pueden percibir piedras incrustadas con motivos ornamentales. Su interior consta de varias bóvedas de crucería. La iglesia es de planta de cruz latina con cabecera compuesta de tres capillas.
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Más info
El primer testimonio documental que confirma su existencia es la carta fundacional del cenobio femenino de Haza, que data del año 1182.
La iglesia abacial, construida a principios del siglo XIII, presenta planta de cruz latina de una sola nave alargada, crucero saliente y cabecera compuesta por tres capillas, la central semicircular y las laterales rectangulares. Este tipo de planta resulta inusual en la Península Ibérica, existiendo sólo un ejemplo similar en el pueblo madrileño de San Martín de Valdeiglesias. En el exterior de la iglesia, destacan la uniformidad y la horizontalidad, tan sólo rotas por la espadaña emplazada en el brazo sur del crucero.
Como sucede con frecuencia dentro de la orden del Císter, la parte más cuidada del exterior es la fachada occidental, enmarcada por dos contrafuertes muy anchos y con remate en chaflán bastante acentuado. La portada principal se compone de chambrana y tres arquivoltas, dos apuntadas y la inferior trebolada. A los lados se disponen sendos crismones y en la parte alta se abre un gran ventanal de dos vanos.
El interior destaca por su extrema severidad. Las naves se cubren con bóvedas de crucería cuatripartitas que descargan en columnas empotradas en el muro. Estas columnas se interrumpen hacia la mitad de la pared, finalizando en una serie de ménsulas que presentan diferentes características.
Hay que destacar que el pavimento de la nave está realizado a base de pequeñas piedras incrustadas que forman diversos motivos ornamentales, algo que también podemos observar en el Monasterio de las Huelgas de Burgos. A los pies de la iglesia se encuentra el coro alto, de época tardogótica, realizado a principios del siglo XVI y cubierto con una bóveda estrellada muy rebajada.
Por lo que respecta al complejo monasterial, éste se situaba al sur de la iglesia. Aún se conservan algunos restos del primitivo edificio que permiten fechar su construcción en el siglo XIII. Del claustro medieval se conservan siete capiteles dobles y cuatro basas también dobles. Desde él se accede a la sacristía, de planta rectangular y cubierta con bóveda de cañón. Adosada al muro meridional de la misma se encuentra la sobria sala capitular, que se abre al claustro mediante tres vanos.
Aunque no sea una obra de primera categoría artística, sí es un destacado ejemplo de la arquitectura desarrollada por la orden del Císter en la Península Ibérica. Su modestia constructiva y su evidente ruralismo se deben a que éste fue un cenobio pequeño con escasas rentas.
Tras muchos años de abandono se llevó a cabo su restauración por iniciativa privada, premiada en el año 1981 por la Asociación Europa Nostra.
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Monasterio de Santa María de Bujedo de Juarros
Perdido en las primeras estribaciones de la Sierra de la Demanda, al fondo de un estrecho valle, se halla el monasterio cisterciense de Santa María de Bujedo de Juarros. Existen discrepancias en cuanto a su fecha de fundación, siendo los años 1159 y 1172 los años más apuntados como posibles. En la actualidad es de propiedad privada.
Como corresponde con el estilo de la orden, el edificio es sobrio. En el suelo se pueden percibir piedras incrustadas con motivos ornamentales. Su interior consta de varias bóvedas de crucería. La iglesia es de planta de cruz latina con cabecera compuesta de tres capillas.
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El primer testimonio documental que confirma su existencia es la carta fundacional del cenobio femenino de Haza, que data del año 1182.
La iglesia abacial, construida a principios del siglo XIII, presenta planta de cruz latina de una sola nave alargada, crucero saliente y cabecera compuesta por tres capillas, la central semicircular y las laterales rectangulares. Este tipo de planta resulta inusual en la Península Ibérica, existiendo sólo un ejemplo similar en el pueblo madrileño de San Martín de Valdeiglesias. En el exterior de la iglesia, destacan la uniformidad y la horizontalidad, tan sólo rotas por la espadaña emplazada en el brazo sur del crucero.
Como sucede con frecuencia dentro de la orden del Císter, la parte más cuidada del exterior es la fachada occidental, enmarcada por dos contrafuertes muy anchos y con remate en chaflán bastante acentuado. La portada principal se compone de chambrana y tres arquivoltas, dos apuntadas y la inferior trebolada. A los lados se disponen sendos crismones y en la parte alta se abre un gran ventanal de dos vanos.
El interior destaca por su extrema severidad. Las naves se cubren con bóvedas de crucería cuatripartitas que descargan en columnas empotradas en el muro. Estas columnas se interrumpen hacia la mitad de la pared, finalizando en una serie de ménsulas que presentan diferentes características.
Hay que destacar que el pavimento de la nave está realizado a base de pequeñas piedras incrustadas que forman diversos motivos ornamentales, algo que también podemos observar en el Monasterio de las Huelgas de Burgos. A los pies de la iglesia se encuentra el coro alto, de época tardogótica, realizado a principios del siglo XVI y cubierto con una bóveda estrellada muy rebajada.
Por lo que respecta al complejo monasterial, éste se situaba al sur de la iglesia. Aún se conservan algunos restos del primitivo edificio que permiten fechar su construcción en el siglo XIII. Del claustro medieval se conservan siete capiteles dobles y cuatro basas también dobles. Desde él se accede a la sacristía, de planta rectangular y cubierta con bóveda de cañón. Adosada al muro meridional de la misma se encuentra la sobria sala capitular, que se abre al claustro mediante tres vanos.
Aunque no sea una obra de primera categoría artística, sí es un destacado ejemplo de la arquitectura desarrollada por la orden del Císter en la Península Ibérica. Su modestia constructiva y su evidente ruralismo se deben a que éste fue un cenobio pequeño con escasas rentas.
Tras muchos años de abandono se llevó a cabo su restauración por iniciativa privada, premiada en el año 1981 por la Asociación Europa Nostra.