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La bodega más antigua y otras 3 paradas para descubrir la Ribera del Duero que más te apetece

La bodega más antigua y otras 3 paradas para descubrir la Ribera del Duero que más te apetece

Porque conocer los viñedos de los que sale uno de los mejores vinos del mundo y catarlo con la gastronomía que lleva siglos acompañándolo para ensalzar todo su sabor es ‘un planazo’, pero si además incluye conocer algunos de los pueblos más bonitos de España a orillas del Duero y ver de cerca a ‘La Petra española’, eso es ‘un planazo en Burgos’

El río Duero cruza la provincia de Burgos de este a oeste, dejando a su paso un rastro que despierta el interés de cualquier viajero que busque tradición, naturaleza, patrimonio y sabores de siempre arraigados a una gastronomía única. Un lugar auténtico en el que poder maridarlo todo con algunos de los vinos más reconocidos en el mundo; vinos cuya uva se nutre en los viñedos que se extienden a ambos lados de la ribera del río a su paso por la comarca burgalesa Ribera del Duero, que da nombre a la ya archiconocida Denominación de Origen.

No conocer estas tierras al sur de la provincia, cuna de hombres ilustres, antiguo territorio del Imperio Romano y casa de algunas de las representaciones artísticas más importantes de España es reprochable, pero no venir en tiempos de vendimia, imperdonable. Todo apetece en la Ruta del Vino Ribera del Duero, pero aquí tienes 4 paradas que te dejarán, sin lugar a dudas, con la boca abierta y el estómago lleno.

 

Caleruega: la bodega más antigua de la DO desde la que ver los casi extintos buitres negros

Es uno de los Pueblos más Bonitos de España y lo confirmas en cuanto pones un pie en sus calles. Cuna de Santo Domingo de Guzmán, padre en el siglo XII de la Orden de los Dominicos, Caleruega es la escapada ideal para aquellos que disfrutan dejándose sorprender a cada paso por un patrimonio que deja sin palabras: el Real Monasterio de Santo Domingo, el Torreón de los Guzmán o la Iglesia románica de San Sebastián son solo algunas de las citas que te dejarán mudo.

Rodeando este encantador pueblo burgalés, campos de lavanda, viñedos y muchas bodegas. La niña bonita, una cueva-bodega horadada en la roca. Es el mayor tesoro que queda en el despoblado San Martín de Bañuelos y presume de ser la bodega subterránea tradicional más antigua de toda la Denominación de Origen Ribera del Duero.

Enclavada en las laderas del Monte de San Pedro, la Peña San Jorge, el Pico de la Horca y El Tallar, los primeros documentos sitúan su construcción en 1179, cuando perteneció al Rey Alfonso VIII, si bien podría ser de origen romano, ya que en ese mismo enclave pudo existir una villa de la época. En su galería se pueden apreciar los cabañones que albergan las cubas, rematados por arcos de medio punto y, alrededor un auténtico espectáculo natural, perfecto para combinar el enoturismo con una de las mejores escapadas de naturaleza. Aquí vive una importante colonia de buitres leonados y unas cuantas parejas de buitres negros (de los pocos lugares donde se pueden ver en libertad) cuyo vuelo se puede observar desde un punto de avistamiento que se ha habilitado junto a un muladar y un antiguo palomar reconvertido en punto de observación de aves.

 

Vino y cuchara. Vida de auténticos reyes junto al castillo de Peñaranda de Duero:

Este precioso pueblo medieval que descansa tranquilo en la Ribera del Duero burgalesa es perfecto para sentarse a disfrutar de la calma rodeado de viñedos, bodegas y un patrimonio espectacular en el que se respira nobleza e historia. Es tierra de reyes, así que es de ley rendir cuenta al recetario local.

Declarado en 1974 Conjunto Histórico Artístico, el Casco Viejo de Peñaranda de Duero, con su castillo y su muralla del siglo XV como protagonistas, es la puerta de entrada ideal para un paseo lleno de solera que te conduce, entre casas blasonadas, hasta uno de los puntos más fotografiados de este bonito rincón burgalés: la farmacia más antigua de España en funcionamiento (siglo XVIII). El estilo renacentista del Palacio de Avellaneda o el barroco del siglo XVII de la hermosa Excolegiata de Santa Ana, son además el mejor reclamo para los amantes del arte con mayúsculas, sin olvidar que, en el castillo, uno de los mejor conservados de la provincia, se encuentra la sede del Centro de Interpretación de los Castillos. La vista desde lo alto del fuerte es impresionante.

Sentarse en cualquiera de los restaurantes y sentirse rodeado de la riqueza arquitectónica de este lugar, al tiempo que se degusta un buen potaje casero o unas buenas carrilleras bañadas con el mejor tinto de la zona, es lo más parecido a darse una vida de reyes.

 

Gumiel de Izán: gastronomía y enoturismo junto a ‘La Petra española’

Si has oído hablar de ‘La Petra española’, entonces has oído hablar de Gumiel de Izán. El impresionante gótico de su iglesia de Santa María lo ocupa todo en su hermosa Plaza Mayor, tanto es así que esta villa romana, plagada de lagares a 12 kilómetros de Aranda de Duero, despierta el interés tanto de los amantes de la buena cultura del vino, como de los exquisitos buscadores de arte, que confirman la majestuosidad que equipara al templo burgalés con el jordano.

Declarada Conjunto Histórico Artístico en 2003, Gumiel de Izán merece la pena y mucho. Sus calles plagadas de arquitectura castellana te llevan a seguir el rastro de lo que queda de una gran muralla de defensa que fue declarada Bien de Interés Cultural en 1949 y recuerda que este municipio burgalés es testigo de la Historia, que ha dejado huella en elementos como el Arco de los Mesones, una de las cinco puertas de acceso a la villa, o la ermita románica de Santo Cristo de Reveche.

No puedes irte sin probar su morcilla, su cordero o sus codornices. Gumiel de Izán es gastronomía y enoturismo a partes iguales y sumergirse en ellos es conocer a fondo sus costumbres.

 

Haza: una ciudadela fortificada entre viñedos y cereales

En un enclave estratégico junto al Pico de Buitrera, se levanta la ribereña villa de Haza, declarada Bien de Interés Cultural en 2010. Sorprendentemente hermosa y cautivadoramente silenciosa (todo a partes iguales). Es, sin duda, una de las joyas escondidas al sur de la provincia de Burgos, pues todo en ella, más allá de su rico patrimonio artístico medieval, es belleza.

Rodeada de viñedos y campos de cereal, esta impresionante ciudadela fortificada recibe al viajero con su imponente castillo, su torre del homenaje (espacio expositivo desde 2021 en el que conocer la historia de Haza) y lo que queda de su perímetro amurallado, que deja en evidencia un pasado como bastión defensivo de la línea del Duero frente al avance musulmán. En Haza, este pequeño pueblo medieval de rincones encantadores hubo poder. Y mucho. De ahí los detallados estilos románico y gótico de su preciosa iglesia de San Miguel, levantada en el siglo XII. Dedicar una mañana a este enclave histórico para luego deleitarse con un buen lechazo asado, regado con los vinos de la zona es mucho más que hacer turismo. Es venir a Burgos.



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No conocer estas tierras al sur de la provincia, cuna de hombres ilustres, antiguo territorio del Imperio Romano y casa de algunas de las representaciones artísticas más importantes de España es reprochable, pero no venir en tiempos de vendimia, imperdonable. Todo apetece en la Ruta del Vino Ribera del Duero, pero aquí tienes 4 paradas que te dejarán, sin lugar a dudas, con la boca abierta y el estómago lleno.

 

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Es uno de los Pueblos más Bonitos de España y lo confirmas en cuanto pones un pie en sus calles. Cuna de Santo Domingo de Guzmán, padre en el siglo XII de la Orden de los Dominicos, Caleruega es la escapada ideal para aquellos que disfrutan dejándose sorprender a cada paso por un patrimonio que deja sin palabras: el Real Monasterio de Santo Domingo, el Torreón de los Guzmán o la Iglesia románica de San Sebastián son solo algunas de las citas que te dejarán mudo.

Rodeando este encantador pueblo burgalés, campos de lavanda, viñedos y muchas bodegas. La niña bonita, una cueva-bodega horadada en la roca. Es el mayor tesoro que queda en el despoblado San Martín de Bañuelos y presume de ser la bodega subterránea tradicional más antigua de toda la Denominación de Origen Ribera del Duero.

Enclavada en las laderas del Monte de San Pedro, la Peña San Jorge, el Pico de la Horca y El Tallar, los primeros documentos sitúan su construcción en 1179, cuando perteneció al Rey Alfonso VIII, si bien podría ser de origen romano, ya que en ese mismo enclave pudo existir una villa de la época. En su galería se pueden apreciar los cabañones que albergan las cubas, rematados por arcos de medio punto y, alrededor un auténtico espectáculo natural, perfecto para combinar el enoturismo con una de las mejores escapadas de naturaleza. Aquí vive una importante colonia de buitres leonados y unas cuantas parejas de buitres negros (de los pocos lugares donde se pueden ver en libertad) cuyo vuelo se puede observar desde un punto de avistamiento que se ha habilitado junto a un muladar y un antiguo palomar reconvertido en punto de observación de aves.

 

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Este precioso pueblo medieval que descansa tranquilo en la Ribera del Duero burgalesa es perfecto para sentarse a disfrutar de la calma rodeado de viñedos, bodegas y un patrimonio espectacular en el que se respira nobleza e historia. Es tierra de reyes, así que es de ley rendir cuenta al recetario local.

Declarado en 1974 Conjunto Histórico Artístico, el Casco Viejo de Peñaranda de Duero, con su castillo y su muralla del siglo XV como protagonistas, es la puerta de entrada ideal para un paseo lleno de solera que te conduce, entre casas blasonadas, hasta uno de los puntos más fotografiados de este bonito rincón burgalés: la farmacia más antigua de España en funcionamiento (siglo XVIII). El estilo renacentista del Palacio de Avellaneda o el barroco del siglo XVII de la hermosa Excolegiata de Santa Ana, son además el mejor reclamo para los amantes del arte con mayúsculas, sin olvidar que, en el castillo, uno de los mejor conservados de la provincia, se encuentra la sede del Centro de Interpretación de los Castillos. La vista desde lo alto del fuerte es impresionante.

Sentarse en cualquiera de los restaurantes y sentirse rodeado de la riqueza arquitectónica de este lugar, al tiempo que se degusta un buen potaje casero o unas buenas carrilleras bañadas con el mejor tinto de la zona, es lo más parecido a darse una vida de reyes.

 

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Declarada Conjunto Histórico Artístico en 2003, Gumiel de Izán merece la pena y mucho. Sus calles plagadas de arquitectura castellana te llevan a seguir el rastro de lo que queda de una gran muralla de defensa que fue declarada Bien de Interés Cultural en 1949 y recuerda que este municipio burgalés es testigo de la Historia, que ha dejado huella en elementos como el Arco de los Mesones, una de las cinco puertas de acceso a la villa, o la ermita románica de Santo Cristo de Reveche.

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