Torre – Palacio de Andino
Torre - Palacio de Andino
Ruinas de un importante palacio del siglo XV. La primera documentación sobre este pueblo aparece en la fundación del cercano Monasterio de San Salvador de Oña. Su nombre procede de la alteración de la palabra “endrino”, ciruelo silvestre, cuyos frutos se emplean fundamentalmente para la elaboración de pacharán.
La torre es una construcción de mampostería, con algo de sillarejo en las esquinas, perteneciente, casi en su totalidad, al siglo XV, aunque posteriormente se realizaron añadidos. El edificio y sus diferentes dependencias están hoy en ruinas, pero fueron el centro de las propiedades con las que Pedro Gómez de Andino, camarero de Enrique IV, formó un mayorazgo.
La torre ocupa un rectángulo y sus muros tienen un grosor de poco más de un metro. Igual que la mayoría de construcciones fortificadas, pocos vanos se abren en sus muros. La cubierta es un tejado a cuatro aguas, con un alero apoyado en una cornisa. Del interior apenas se conserva nada. Constó de sótano y cuatro pisos. Los restos apreciables más significativos son las diferentes ventanas ojivales, así como las saeteras repartidas por algunos muros. Aún se conserva el pozo.
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Torre - Palacio de Andino
Ruinas de un importante palacio del siglo XV. La primera documentación sobre este pueblo aparece en la fundación del cercano Monasterio de San Salvador de Oña. Su nombre procede de la alteración de la palabra “endrino”, ciruelo silvestre, cuyos frutos se emplean fundamentalmente para la elaboración de pacharán.
La torre es una construcción de mampostería, con algo de sillarejo en las esquinas, perteneciente, casi en su totalidad, al siglo XV, aunque posteriormente se realizaron añadidos. El edificio y sus diferentes dependencias están hoy en ruinas, pero fueron el centro de las propiedades con las que Pedro Gómez de Andino, camarero de Enrique IV, formó un mayorazgo.
La torre ocupa un rectángulo y sus muros tienen un grosor de poco más de un metro. Igual que la mayoría de construcciones fortificadas, pocos vanos se abren en sus muros. La cubierta es un tejado a cuatro aguas, con un alero apoyado en una cornisa. Del interior apenas se conserva nada. Constó de sótano y cuatro pisos. Los restos apreciables más significativos son las diferentes ventanas ojivales, así como las saeteras repartidas por algunos muros. Aún se conserva el pozo.