Ruinas de la Iglesia de San Félix de Villafranca Montes de Oca
Ruinas de la Iglesia de San Félix de Villafranca Montes de Oca
A pie de monte, en un bello paraje, se localiza la villa de Villafranca Montes de Oca, parada fundamental en el Camino de Santiago para los peregrinos antes de enfrentarse a la dura travesía de los Montes de Oca. Al nordeste de la villa se alzan solitarias las ruinas del antiguo monasterio de San Félix de Oca.
Su fundación debió ser muy antigua. La primera referencia documental data del año 863. En ella se afirma que San Félix de Oca fue engrandecido por el abad Severo y el conde Diego Rodríguez Porcelos, quien, según la tradición, fue enterrado entre sus muros.
En la alta y plena Edad Media el lugar se incluía en el alfoz de Oca, y como tal aparece en el Becerro Gótico de Cardeña del año 964. A partir del año 1049 perteneció al monasterio de San Millán
de la Cogolla, apareciendo citado por primera vez en un documento apócrifo.
Los escasos restos del monasterio que aún se conservan son de clara cronología prerrománica. Lo único que queda en pie es parte de la iglesia, en concreto un trozo de la cabecera de planta cuadrada, que se cubría con cúpula y a la que se accedía a través de un arco triunfal de herradura. Gracias a las excavaciones se sabe que el templo era de planta basilical y que sus cimientos eran de época visigoda.
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Ruinas de la Iglesia de San Félix de Villafranca Montes de Oca
A pie de monte, en un bello paraje, se localiza la villa de Villafranca Montes de Oca, parada fundamental en el Camino de Santiago para los peregrinos antes de enfrentarse a la dura travesía de los Montes de Oca. Al nordeste de la villa se alzan solitarias las ruinas del antiguo monasterio de San Félix de Oca.
Su fundación debió ser muy antigua. La primera referencia documental data del año 863. En ella se afirma que San Félix de Oca fue engrandecido por el abad Severo y el conde Diego Rodríguez Porcelos, quien, según la tradición, fue enterrado entre sus muros.
En la alta y plena Edad Media el lugar se incluía en el alfoz de Oca, y como tal aparece en el Becerro Gótico de Cardeña del año 964. A partir del año 1049 perteneció al monasterio de San Millán
de la Cogolla, apareciendo citado por primera vez en un documento apócrifo.
Los escasos restos del monasterio que aún se conservan son de clara cronología prerrománica. Lo único que queda en pie es parte de la iglesia, en concreto un trozo de la cabecera de planta cuadrada, que se cubría con cúpula y a la que se accedía a través de un arco triunfal de herradura. Gracias a las excavaciones se sabe que el templo era de planta basilical y que sus cimientos eran de época visigoda.