Castillo de Ubierna
Castillo de Ubierna
A 18 kilómetros al norte de Burgos, en el camino de Santander y cobijado entre abruptos relieves rocosos, se encuentra el pintoresco pueblo de Ubierna. El nacimiento de esta localidad se produjo en el año 884 por iniciativa del Conde Diego Porcelos, fundador también de la ciudad de Burgos.
El castillo es mencionado con ocasión de las frecuentes luchas que Castilla y Navarra sostuvieron en las décadas centrales del siglo XI, por el control de estas tierras. En esos momentos se convierte en un punto muy disputado por su gran valor estratégico. Tras la batalla de Atapuerca (1054), Ubierna y su comarca se incorporan definitivamente al reino castellano.
Los restos de la fortaleza se encuentran algo separados del pueblo, en un lugar que se conoce con el nombre de “El Castro”. Desde este lugar se domina toda la colina, protegida por las escarpadas rocas. Su planta es alargada e irregular, por la adaptación al terreno rocoso. Aunque actualmente tan sólo se conservan unas románticas ruinas, se intuye que fue un edificio de grandes dimensiones.
Algunos trozos de lienzos, levantados con mampostería, son los que se mantienen en pie. Sus piedras, huellas indiscutibles de su pasado histórico, fueron utilizadas para la construcción de diversas viviendas, destruyéndose así un elemento de referencia que sobrevivió a generaciones enteras. Los elementos conservados son de difícil datación pero parecen responder a los siglos finales de la Edad Media.
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Castillo de Ubierna
A 18 kilómetros al norte de Burgos, en el camino de Santander y cobijado entre abruptos relieves rocosos, se encuentra el pintoresco pueblo de Ubierna. El nacimiento de esta localidad se produjo en el año 884 por iniciativa del Conde Diego Porcelos, fundador también de la ciudad de Burgos.
El castillo es mencionado con ocasión de las frecuentes luchas que Castilla y Navarra sostuvieron en las décadas centrales del siglo XI, por el control de estas tierras. En esos momentos se convierte en un punto muy disputado por su gran valor estratégico. Tras la batalla de Atapuerca (1054), Ubierna y su comarca se incorporan definitivamente al reino castellano.
Los restos de la fortaleza se encuentran algo separados del pueblo, en un lugar que se conoce con el nombre de “El Castro”. Desde este lugar se domina toda la colina, protegida por las escarpadas rocas. Su planta es alargada e irregular, por la adaptación al terreno rocoso. Aunque actualmente tan sólo se conservan unas románticas ruinas, se intuye que fue un edificio de grandes dimensiones.
Algunos trozos de lienzos, levantados con mampostería, son los que se mantienen en pie. Sus piedras, huellas indiscutibles de su pasado histórico, fueron utilizadas para la construcción de diversas viviendas, destruyéndose así un elemento de referencia que sobrevivió a generaciones enteras. Los elementos conservados son de difícil datación pero parecen responder a los siglos finales de la Edad Media.