Castillo de Santa Marta de Pancorbo
Castillo de Santa Marta de Pancorbo
La villa de Pancorbo debe su notoriedad al desfiladero de su mismo nombre, que ofrece unas condiciones inmejorables para la defensa y el emplazamiento de fortalezas. En un primer plano
encontramos el castillo de Santa Marta, conocido como “La Sala”, y en el nivel más elevado, la fortaleza de Santa Engracia.
En “La Sala” de Santa Marta parece que existió, incluso antes de época romana, alguna construcción. Al invadir los árabes la Península, fue uno de los primeros lugares en fortificarse. Su dominio significaba tener la llave del desfiladero, pero fue muy poco el tiempo que los musulmanes permanecieron en estas tierras.
El castillo fue reconstruido en el siglo IX por los cristianos, y desde entonces mantuvo en vigor su valor estratégico hasta bien entrado el siglo XIX. Por sus dependencias pasaron, en calidad de tenientes o alcaldes, apellidos ilustres de la nobleza castellana y navarra, que ostentaron el mando de la fortaleza en nombre de los reyes o, ya en la Baja Edad Media, del concejo de la ciudad de Burgos, a cuyo señorío perteneció la villa desde 1380. Tampoco faltaron los usurpadores, como el conde de Salinas, Don Diego Gómez de Sarmiento, que, a mediados del siglo XV, se hizo con los castillos de Miranda y Pancorbo, manteniendo ésta última fortaleza bajo su mando durante las primeras décadas del siglo XVI.
Más info
En 1679 pasa por Pancorbo la comitiva de la reina María Luisa de Orleáns, que iba a casarse con Carlos II. Un autor francés de dicha comitiva hace una descripción del castillo: “Tiene una peña que domina el lugar, tan eminente que parece inaccesible y sobre ella ha fundado un castillo inexpugnable, que tendrá veinte pasos de ancho y ciento cincuenta de largo y para subir a él están los escalones hechos en la misma roca, que es necesario subir trepando a él. En otra peña inmediata que está cerrada tiene artillería; más abajo tenía cerca y contracerca y después otra muy grande que hacía media luna”.
El castillo se mantuvo en pie hasta comienzos del siglo XIX, cuando fue quemado por los enemigos de Isabel II, durante la I Guerra Carlista. En la actualidad, tan sólo se pueden vislumbrar los restos de alguno de sus muros.
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Castillo de Santa Marta de Pancorbo
La villa de Pancorbo debe su notoriedad al desfiladero de su mismo nombre, que ofrece unas condiciones inmejorables para la defensa y el emplazamiento de fortalezas. En un primer plano
encontramos el castillo de Santa Marta, conocido como “La Sala”, y en el nivel más elevado, la fortaleza de Santa Engracia.
En “La Sala” de Santa Marta parece que existió, incluso antes de época romana, alguna construcción. Al invadir los árabes la Península, fue uno de los primeros lugares en fortificarse. Su dominio significaba tener la llave del desfiladero, pero fue muy poco el tiempo que los musulmanes permanecieron en estas tierras.
El castillo fue reconstruido en el siglo IX por los cristianos, y desde entonces mantuvo en vigor su valor estratégico hasta bien entrado el siglo XIX. Por sus dependencias pasaron, en calidad de tenientes o alcaldes, apellidos ilustres de la nobleza castellana y navarra, que ostentaron el mando de la fortaleza en nombre de los reyes o, ya en la Baja Edad Media, del concejo de la ciudad de Burgos, a cuyo señorío perteneció la villa desde 1380. Tampoco faltaron los usurpadores, como el conde de Salinas, Don Diego Gómez de Sarmiento, que, a mediados del siglo XV, se hizo con los castillos de Miranda y Pancorbo, manteniendo ésta última fortaleza bajo su mando durante las primeras décadas del siglo XVI.
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En 1679 pasa por Pancorbo la comitiva de la reina María Luisa de Orleáns, que iba a casarse con Carlos II. Un autor francés de dicha comitiva hace una descripción del castillo: “Tiene una peña que domina el lugar, tan eminente que parece inaccesible y sobre ella ha fundado un castillo inexpugnable, que tendrá veinte pasos de ancho y ciento cincuenta de largo y para subir a él están los escalones hechos en la misma roca, que es necesario subir trepando a él. En otra peña inmediata que está cerrada tiene artillería; más abajo tenía cerca y contracerca y después otra muy grande que hacía media luna”.
El castillo se mantuvo en pie hasta comienzos del siglo XIX, cuando fue quemado por los enemigos de Isabel II, durante la I Guerra Carlista. En la actualidad, tan sólo se pueden vislumbrar los restos de alguno de sus muros.