Ermita de San Pedro de Tejada
Ermita de San Pedro de Tejada
Sobre una pequeña colina defendida por la sierra de la Tesla está la ermita de San Pedro de Tejada, una de las más bellas, más completas y mejor conservadas de la provincia de Burgos.
El edificio, construido en la segunda mitad del siglo XII, pertenecía al conjunto del monasterio de San Pedro de Tejada, fundado en el año 850 y que en 1011 será absorbido por el gran monasterio de San Salvador de Oña. La iglesia es el único resto conservado de todo el conjunto monástico.
En esta construcción de pequeño tamaño se aprecian algunas de las características del románico burgalés. Consta de una sola nave, ábside semicircular y, sobre la cúpula, una torre de piedra toba de dos cuerpos con ocho ventanas con parteluz. Tanto la portada como las ventanas, capiteles, modillones y canecillos se encuentran muy decorados con variados y representativos motivos escultóricos. La decoración del conjunto se completa con el característico ajedrezado.
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En la fachada, situada a los pies del templo, además de la singular portada se distingue una ventana trilobulada que proporciona luminosidad al interior. Por debajo de ella se sitúa un tejadillo sujetado por ocho modillones que representan a los cuatro evangelistas y el Tetramorfos. En medio de ellos se sitúa la figura de Cristo, de pie y con los brazos extendidos. Justo debajo de los modillones, encontramos dos frisos en los que están representados los apóstoles, agrupados de dos en dos. Todo el conjunto parece representar la Ascensión de Cristo.
Hay otros dos pequeños relieves, uno a cada lado de las arquivoltas. En el de la izquierda vemos representada la Última Cena, bastante simplificada. Se distinguen la figura de Cristo, San Juan recostado sobre el Maestro y otra figura bastante borrosa. A la derecha aparece un león clavando las garras a un hombre al que tiene entre sus patas y que podría tratarse de una representación alegórica de la lucha del bien y del mal. El resto de edificio también posee un amplio repertorio iconográfico en el que destacan los temas lúdicos y eróticos.
El interior se compone de una nave de tres tamos cubierta por dos bóvedas de cañón en los dos primeros y por una bóveda de media naranja sobre trompas, que sostiene la torre. El ábside tiene cubierta de cascarón y está recorrido por siete arcos ciegos. Los arcos perpiaños del interior del templo están decorados con seis capiteles que, aún hoy, conservan restos de policromía.
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Ermita de San Pedro de Tejada
Sobre una pequeña colina defendida por la sierra de la Tesla está la ermita de San Pedro de Tejada, una de las más bellas, más completas y mejor conservadas de la provincia de Burgos.
El edificio, construido en la segunda mitad del siglo XII, pertenecía al conjunto del monasterio de San Pedro de Tejada, fundado en el año 850 y que en 1011 será absorbido por el gran monasterio de San Salvador de Oña. La iglesia es el único resto conservado de todo el conjunto monástico.
En esta construcción de pequeño tamaño se aprecian algunas de las características del románico burgalés. Consta de una sola nave, ábside semicircular y, sobre la cúpula, una torre de piedra toba de dos cuerpos con ocho ventanas con parteluz. Tanto la portada como las ventanas, capiteles, modillones y canecillos se encuentran muy decorados con variados y representativos motivos escultóricos. La decoración del conjunto se completa con el característico ajedrezado.
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En la fachada, situada a los pies del templo, además de la singular portada se distingue una ventana trilobulada que proporciona luminosidad al interior. Por debajo de ella se sitúa un tejadillo sujetado por ocho modillones que representan a los cuatro evangelistas y el Tetramorfos. En medio de ellos se sitúa la figura de Cristo, de pie y con los brazos extendidos. Justo debajo de los modillones, encontramos dos frisos en los que están representados los apóstoles, agrupados de dos en dos. Todo el conjunto parece representar la Ascensión de Cristo.
Hay otros dos pequeños relieves, uno a cada lado de las arquivoltas. En el de la izquierda vemos representada la Última Cena, bastante simplificada. Se distinguen la figura de Cristo, San Juan recostado sobre el Maestro y otra figura bastante borrosa. A la derecha aparece un león clavando las garras a un hombre al que tiene entre sus patas y que podría tratarse de una representación alegórica de la lucha del bien y del mal. El resto de edificio también posee un amplio repertorio iconográfico en el que destacan los temas lúdicos y eróticos.
El interior se compone de una nave de tres tamos cubierta por dos bóvedas de cañón en los dos primeros y por una bóveda de media naranja sobre trompas, que sostiene la torre. El ábside tiene cubierta de cascarón y está recorrido por siete arcos ciegos. Los arcos perpiaños del interior del templo están decorados con seis capiteles que, aún hoy, conservan restos de policromía.