En suelo burgalés se alzan numerosas torres defensivas altomedievales de periodo condal, lugares de leyenda por su antigüedad y por su protagonismo en los primeros años del avance cristiano hacia el sur peninsular. También abundan torres señoriales de los siglos XIV y XV, momento en el que las fortalezas pierden su uso militar y se convierten en casas fuertes y palacios de los linajes nobles de Castilla.