Palacio Ducal de Lerma
Palacio Ducal de Lerma
El Palacio Ducal de Lerma, convertido en Parador Nacional, se ubica en la parte alta de la villa. El hotel cuenta con un patio rodeado de bellas galerías de columnatas. La elegancia y majestuosidad de este palacio de la época de los Austrias, y sus preciosos interiores de cuidada iluminación y decoración, harán que la estancia en él se convierta en una experiencia especial.
La villa de Lerma, situada en un estratégico cerro en la margen izquierda del río Arlanza, tiene un dilatado pasado histórico marcado por continuas ocupaciones desde época celtibérica pasando por la romana y medieval. Sin embargo, su mayor esplendor lo alcanzó en los siglos XVI y XVII con las reformas emprendidas por Francisco Gómez de Sandoval, valido del rey Felipe III y primer duque de Lerma.
Pocas noticias se tienen del castillo de Lerma, levantado en el extremo Este del pueblo y protegido en uno de sus lados por la frontera natural del río. Esta fortaleza hunde sus raíces en un remoto pasado, dada la privilegiada situación estratégica de la villa. Su origen probablemente se remonte a los años finales del siglo IX, momento en el que fueron fortificados los márgenes del Arlanza ante el conflicto entre cristianos y musulmanes. Posteriormente esta fortificación vivió numerosos episodios bélicos. En 1270 un grupo de nobles capitaneados por Nuño González de Lara luchó contra Alfonso X, teniendo como baluarte esta fortaleza. En 1336 una nueva disputa de los nobles con la realeza trajo consigo un largo y escabroso asedio del castillo y de la villa, que condujo al rey Alfonso XI a ordenar el derribo de las murallas y rellenar sus fosos, aunque parece que esta actuación no afectó al castillo.
Más info
A mediados del siglo XVI tuvo lugar la llegada a la villa de Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, quien emprendió un ambicioso proyecto reformador para convertir Lerma en una gran villa ducal. Al finalizar los conflictos característicos de la Baja Edad Media, las fortificaciones dejaron de ser imprescindibles y el duque procedió desde 1600 a la construcción de un palacio señorial que quedaba emplazado junto a la fortaleza, encomendando el proyecto a Francisco de Mora.
Unos años más tarde, en 1616, Juan Gómez de Mora mejoró el proyecto de Francisco de Mora, uniendo los dos edificios y regularizándolos en lo que a su imagen externa se refiere. De esta manera surgió una nueva construcción articulada en torno a un patio y con las esquinas presididas por torres rematadas con picudos chapiteles que recuerdan al Escorial. El resultado fue el de una magnífica y simétrica edificación de dos pisos con un eminente sentido clasicista, sobria, a excepción de la portada, vinculada al estilo tardo-herreriano o escurialense. Asimismo, el palacio contó con un impresionante mobiliario que incluía todo tipo de pinturas (históricas, mitológicas, religiosas…), tapices, alfombras, ricos elementos muebles (escribanías, bufetes, baúles…) y una importante colección de armas.
La labor de embellecimiento de Lerma no se redujo al conjunto palacial; también se levantaron toda una serie de construcciones religiosas, que contactaban con el palacio por medio de pasadizos, casas para la servidumbre, parques, jardines y un espacio privado donde disfrutar de los espectáculos. El palacio preside una imponente plaza regular, la actual Plaza Mayor de Lerma. A ella se refirió Lope de Vega para alabar su grandeza y simetría. En este lugar se celebraron importantes fiestas cortesanas en las dos primeras décadas del siglo XVII.
Desde la muerte del duque hasta finales del siglo XX, este magnífico conjunto fue perdiendo todo su esplendor pasado. Sólo en algunos momentos concretos logró recuperar parte de su antigua grandeza, como sucedió en 1722 cuando se celebró entre sus muros la boda del futuro rey Luis I con Luisa Isabel de Orleans.
La amenaza de su derrumbe y desaparición condujo al gobierno a emprender su rehabilitación y transformación reciente en Parador Nacional, dirigido por el organismo nacional Turespaña, una de las cadenas hosteleras más prestigiosas del mundo. La restauración y acondicionamiento del palacio finalizó en 2003 con una intervención respetuosa que ha logrado integrar los restos del castillo medieval y el palacio ducal, con el fin de rememorar la época más esplendorosa de la villa. Asimismo, gracias a la actuación arqueológica previa a las obras de restauración se descubrieron algunos detalles sobre la primitiva fortaleza medieval.
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Palacio Ducal de Lerma
El Palacio Ducal de Lerma, convertido en Parador Nacional, se ubica en la parte alta de la villa. El hotel cuenta con un patio rodeado de bellas galerías de columnatas. La elegancia y majestuosidad de este palacio de la época de los Austrias, y sus preciosos interiores de cuidada iluminación y decoración, harán que la estancia en él se convierta en una experiencia especial.
La villa de Lerma, situada en un estratégico cerro en la margen izquierda del río Arlanza, tiene un dilatado pasado histórico marcado por continuas ocupaciones desde época celtibérica pasando por la romana y medieval. Sin embargo, su mayor esplendor lo alcanzó en los siglos XVI y XVII con las reformas emprendidas por Francisco Gómez de Sandoval, valido del rey Felipe III y primer duque de Lerma.
Pocas noticias se tienen del castillo de Lerma, levantado en el extremo Este del pueblo y protegido en uno de sus lados por la frontera natural del río. Esta fortaleza hunde sus raíces en un remoto pasado, dada la privilegiada situación estratégica de la villa. Su origen probablemente se remonte a los años finales del siglo IX, momento en el que fueron fortificados los márgenes del Arlanza ante el conflicto entre cristianos y musulmanes. Posteriormente esta fortificación vivió numerosos episodios bélicos. En 1270 un grupo de nobles capitaneados por Nuño González de Lara luchó contra Alfonso X, teniendo como baluarte esta fortaleza. En 1336 una nueva disputa de los nobles con la realeza trajo consigo un largo y escabroso asedio del castillo y de la villa, que condujo al rey Alfonso XI a ordenar el derribo de las murallas y rellenar sus fosos, aunque parece que esta actuación no afectó al castillo.
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A mediados del siglo XVI tuvo lugar la llegada a la villa de Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, quien emprendió un ambicioso proyecto reformador para convertir Lerma en una gran villa ducal. Al finalizar los conflictos característicos de la Baja Edad Media, las fortificaciones dejaron de ser imprescindibles y el duque procedió desde 1600 a la construcción de un palacio señorial que quedaba emplazado junto a la fortaleza, encomendando el proyecto a Francisco de Mora.
Unos años más tarde, en 1616, Juan Gómez de Mora mejoró el proyecto de Francisco de Mora, uniendo los dos edificios y regularizándolos en lo que a su imagen externa se refiere. De esta manera surgió una nueva construcción articulada en torno a un patio y con las esquinas presididas por torres rematadas con picudos chapiteles que recuerdan al Escorial. El resultado fue el de una magnífica y simétrica edificación de dos pisos con un eminente sentido clasicista, sobria, a excepción de la portada, vinculada al estilo tardo-herreriano o escurialense. Asimismo, el palacio contó con un impresionante mobiliario que incluía todo tipo de pinturas (históricas, mitológicas, religiosas…), tapices, alfombras, ricos elementos muebles (escribanías, bufetes, baúles…) y una importante colección de armas.
La labor de embellecimiento de Lerma no se redujo al conjunto palacial; también se levantaron toda una serie de construcciones religiosas, que contactaban con el palacio por medio de pasadizos, casas para la servidumbre, parques, jardines y un espacio privado donde disfrutar de los espectáculos. El palacio preside una imponente plaza regular, la actual Plaza Mayor de Lerma. A ella se refirió Lope de Vega para alabar su grandeza y simetría. En este lugar se celebraron importantes fiestas cortesanas en las dos primeras décadas del siglo XVII.
Desde la muerte del duque hasta finales del siglo XX, este magnífico conjunto fue perdiendo todo su esplendor pasado. Sólo en algunos momentos concretos logró recuperar parte de su antigua grandeza, como sucedió en 1722 cuando se celebró entre sus muros la boda del futuro rey Luis I con Luisa Isabel de Orleans.
La amenaza de su derrumbe y desaparición condujo al gobierno a emprender su rehabilitación y transformación reciente en Parador Nacional, dirigido por el organismo nacional Turespaña, una de las cadenas hosteleras más prestigiosas del mundo. La restauración y acondicionamiento del palacio finalizó en 2003 con una intervención respetuosa que ha logrado integrar los restos del castillo medieval y el palacio ducal, con el fin de rememorar la época más esplendorosa de la villa. Asimismo, gracias a la actuación arqueológica previa a las obras de restauración se descubrieron algunos detalles sobre la primitiva fortaleza medieval.