La fiesta de la Tabera, que se celebra el martes anterior al jueves de la Ascensión, tiene su origen en las rogativas que antiguamente se hacían con la llegada de la primavera en honor a Santa Casilda para pedir la prosperidad de la ciudad y la fertilidad de los campos. También revive el ritual de cumplir con el voto que el Ayuntamiento de Briviesca hizo de honrar a la Santa. Esta celebración fue declarada Fiesta de Interés Turístico de Castilla y León en el año 2000.

El día de la fiesta, por la mañana, el pueblo, acompañado de las autoridades, se traslada en romería al Santuario de Santa Casilda, donde el Ayuntamiento obsequia con paella, pan y vino (actualmente si se desea participar se ha de adquirir un bono los días anteriores en el Ayuntamiento, con el fin de calcular el número de asistentes) en la explanada del “Pozo Blanco”.

Después de la comida se inicia el juego que da nombre a la fiesta, y que consiste en tirar una taba (hueso de cordero), y conseguir que caiga en sus posiciones verticales. El “tabero” o “baratero” es quien dirige la mesa. Si la taba cae con la parte cóncava hacia arriba (pintada de color carne), gana el que tira.  Si cae de “culo” ganan los apostantes y tienen la opción de tirar la taba y apostar contra los restantes jugadores. Si cae tumbada, no gana nadie. Al atardecer, ya en Briviesca, se colocan mesas en todos los establecimientos y peñas de la ciudad, continuando el juego hasta la madrugada siguiente. No hay límite en las apuestas por lo que se llegan a apostar grandes cantidades de dinero.

Ni siquiera la prohibición de los juegos de azar durante el régimen franquista pudo con la Tabera, fiesta que rebrotó y rebrotó hasta llegar a nuestros días.