Las evocadoras ruinas del que fuera uno de los cenobios más importantes de Castilla, el Monasterio de San Pedro de Arlanza, se ubican  en un bello paraje junto al río Arlanza dentro del término municipal de Hortigüela, en pleno corazón del Parque Natural de los Sabinares del Arlanza-La Yecla, .

Testimonio artístico del románico, el monasterio fue fundado y dedicado a San Pedro por el Conde Gonzalo Téllez y su esposa Doña Lambra, el 12 de enero del año 912. Tradicionalmente se vincula este monasterio a la figura del Conde castellano Fernán González. Su sepulcro y el de su esposa Doña Sancha permanecieron en  la iglesia de este cenobio hasta la desamortización eclesiástica de Mendizábal que llevó al abandono y expolio de las dependencias monacales.  Los sarcófagos de los condes fueron trasladados en 1841 a la colegiata de la vecina Covarrubias. Desde esas fechas, el conjunto ha sufrido un continuo expolio que le ha privado de sus mejores elementos: la portada de la iglesia que fue trasladada al Museo Arqueológico Nacional en 1895, un sepulcro románico de gran belleza que la tradición dice haber pertenecido a Mudarra (personaje legendario protagonista del romance de los Siete Infantes de Lara) y que puede verse en la catedral de Burgos, los valiosos frescos que hoy se exhiben en el Museo Metropolitano de Nueva York y en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, entre otras obras.

En las ruinas de la imponente iglesia que comenzó a construirse en el año 1080 se encuentran los restos más antiguos conservados, de estilo románico. Destacan  los tres ábsides semicirculares, con amplios presbiterios y la torre, levantada a finales del siglo XII. También se ha conservado parte del claustro, la sala capitular y el óculo de doble abocinamiento en la parte superior del hastial de la fachada principal a los pies del templo. El monasterio fue renovado en los siglos XVII y XVIII en su doble claustro y dependencia de hospedería. Uno de los claustros se ha restaurado completamente y se puede acceder a sus tres pisos donde se encontraba la hospedería y las dependencias de los monjes. En el centro de este claustro se encuentra uno de los árboles singulares de la provincia de Burgos, un pinsapo -especie que no suele darse en estos climas- de más de 100 años de antigüedad.