Iglesia de San Cosme y San Damián
Iglesia de San Cosme y San Damián
La iglesia parroquial de San Cosme y San Damián constituye la principal joya artística de Poza. Es un edificio gótico, de finales del XIV y comienzos del XV, que ha sufrido numerosas reformas y añadidos durante los siglos XVII y XVIII, hasta adquirir su actual configuración.
En la fachada principal, concluida en 1655, se hallan las esculturas pétreas de San Cosme y San Damián, los santos hermanos médicos, patronos de la villa y de la iglesia, esculpidos por Sebastián López de Frías. Esta fachada barroca fue realizada por los maestros Simón Cordero y Esteban Iturriaga. La portada está protegida por un arco de bellos casetones en su interior. A cada lado apreciamos dos columnas estriadas, cuyos capiteles corintios sostienen el arquitrabe, en el que se sitúan las hornacinas con las mencionadas estatuas.
Ya en el interior, podemos apreciar una planta de tres naves, siendo la central la de mayor tamaño y altura, dividida en cinco tramos, y un crucero. Los capiteles de las columnas que sujetan los arcos ojivales están muy decorados. En los arranques de los nervios se hacen frecuentes las cinco estrellas de la familia de los Rojas, señores de Poza. Por encima de todo esto se aprecian bóvedas de crucería, expresivas del estilo gótico.
Más info
Hay que destacar varios retablos. En la cabecera de la iglesia resplandece el gran retablo mayor, de estilo barroco, labrado en el siglo XVIII. San Cosme y San Damián están situados en la calle central, en una doble hornacina, cada uno con la mano alzada y sosteniendo en la otra el bonete. Uno de ellos porta también la arquilla médica, en alusión a su profesión. Otro retablo es el de San Andrés, realizado a mediados del siglo XVI, seguramente por Simón de Bueras.
La imagen del santo nos recuerda al Moisés de Miguel Ángel. En una capilla absidal encontramos el retablo plateresco de la Virgen del Rosario. Uno de los retablos más interesante de la iglesia. Fue realizado, a comienzos del siglo XVI, por un imaginero flamenco llamado Amrique, quien trabajó con Felipe Vigarny en el retablo mayor de la capilla del Condestable de Burgos.
La sacristía la construyó Juan de Arronte hacia 1740, y seis años después el maestro Santiago del Amo colocaba la cajonería, que es una de las más hermosas de la provincia de Burgos. Destaca también el coro, del siglo XVIII, y el órgano barroco.
Como fruto de los numerosos hallazgos, la villa puede enorgullecerse de contar dentro de la iglesia con un pequeño museo que guarda un selecto tesoro parroquial.
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Iglesia de San Cosme y San Damián
La iglesia parroquial de San Cosme y San Damián constituye la principal joya artística de Poza. Es un edificio gótico, de finales del XIV y comienzos del XV, que ha sufrido numerosas reformas y añadidos durante los siglos XVII y XVIII, hasta adquirir su actual configuración.
En la fachada principal, concluida en 1655, se hallan las esculturas pétreas de San Cosme y San Damián, los santos hermanos médicos, patronos de la villa y de la iglesia, esculpidos por Sebastián López de Frías. Esta fachada barroca fue realizada por los maestros Simón Cordero y Esteban Iturriaga. La portada está protegida por un arco de bellos casetones en su interior. A cada lado apreciamos dos columnas estriadas, cuyos capiteles corintios sostienen el arquitrabe, en el que se sitúan las hornacinas con las mencionadas estatuas.
Ya en el interior, podemos apreciar una planta de tres naves, siendo la central la de mayor tamaño y altura, dividida en cinco tramos, y un crucero. Los capiteles de las columnas que sujetan los arcos ojivales están muy decorados. En los arranques de los nervios se hacen frecuentes las cinco estrellas de la familia de los Rojas, señores de Poza. Por encima de todo esto se aprecian bóvedas de crucería, expresivas del estilo gótico.
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Hay que destacar varios retablos. En la cabecera de la iglesia resplandece el gran retablo mayor, de estilo barroco, labrado en el siglo XVIII. San Cosme y San Damián están situados en la calle central, en una doble hornacina, cada uno con la mano alzada y sosteniendo en la otra el bonete. Uno de ellos porta también la arquilla médica, en alusión a su profesión. Otro retablo es el de San Andrés, realizado a mediados del siglo XVI, seguramente por Simón de Bueras.
La imagen del santo nos recuerda al Moisés de Miguel Ángel. En una capilla absidal encontramos el retablo plateresco de la Virgen del Rosario. Uno de los retablos más interesante de la iglesia. Fue realizado, a comienzos del siglo XVI, por un imaginero flamenco llamado Amrique, quien trabajó con Felipe Vigarny en el retablo mayor de la capilla del Condestable de Burgos.
La sacristía la construyó Juan de Arronte hacia 1740, y seis años después el maestro Santiago del Amo colocaba la cajonería, que es una de las más hermosas de la provincia de Burgos. Destaca también el coro, del siglo XVIII, y el órgano barroco.
Como fruto de los numerosos hallazgos, la villa puede enorgullecerse de contar dentro de la iglesia con un pequeño museo que guarda un selecto tesoro parroquial.