Cerezos de Las Caderechas
Cerezos de Las Caderechas
Además de la floración de los cerezos, el aislado y bello territorio burgalés del Valle de Las Caderechas, pintado por el verde de los bosques, está salpicado de pintorescos pueblos que han sabido conservar todo el encanto de su bella y funcional arquitectura popular. Un bien conservado entorno paisajístico que es ideal para encontrar la tranquilidad y aislarse del mundanal ruido.
Privilegiado microclima
Las Caderechas constituyen un auténtico paraíso para los frutales gracias a su especial microclima. Cerrado al norte y al oeste por una elevada cresta caliza —que aísla el territorio de los fríos vientos predominantes—, el valle se presenta como una gran hoya surcada por distintos arroyos de aguas cristalinas e inagotables.
Cada primavera, a mediados de abril, el paisaje del Valle de Las Caderechas se cubre con el espectacular manto blanco de sus miles de cerezos en flor. Este pequeño y aislado territorio, situado en el extremo noroccidental de La Bureba, encierra un armonioso conjunto paisajístico. En sus estrechos y pintorescos valles se entremezclan los bosques y los campos de frutales —especialmente cerezos y manzanos— con el caserío de unos cuantos pueblos de gran personalidad. La cereza y la manzana reineta de Las Caderechas están protegidas por sendas Marcas de Garantía.
El cultivo del cerezo (Prunus avium) fue introducido en la península ibérica por los romanos. Los de Las Caderechas no son tan antiguos, pero pueden presumir de tener más de mil años y de haber llegado de la mano de los monjes del cercano monasterio de Oña. Los benedictinos, que tenían potestad sobre el territorio, introdujeron los árboles y las técnicas necesarias para el manejo de los frutales.
Marca de Garantía
En la actualidad, la calidad de estas cerezas —al igual que la de las excelentes manzanas reinetas— está amparada por su Marca de Garantía, un distintivo oficial que certifica que los frutos han sido cultivados, recolectados y comercializados cumpliendo estrictos parámetros de calidad y respeto al medio ambiente.
Además, los fruticultores de Las Caderechas se distinguen por el secular mimo con que trabajan la tierra de su amado valle.
Las rutas de los cerezos en flor
La floración de los cerezos en abril es una cita ineludible. Nadie debería perderse la explosión floral —casi simultánea y muy breve en el tiempo— de los miles de cerezos en flor de Las Caderechas. Para disfrutar de este singular espectáculo de la naturaleza pueden realizarse distintas rutas a pie, en bicicleta o en coche por sus numerosos senderos y tranquilas carreteras.
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Cerezos de Las Caderechas
Además de la floración de los cerezos, el aislado y bello territorio burgalés del Valle de Las Caderechas, pintado por el verde de los bosques, está salpicado de pintorescos pueblos que han sabido conservar todo el encanto de su bella y funcional arquitectura popular. Un bien conservado entorno paisajístico que es ideal para encontrar la tranquilidad y aislarse del mundanal ruido.
Privilegiado microclima
Las Caderechas constituyen un auténtico paraíso para los frutales gracias a su especial microclima. Cerrado al norte y al oeste por una elevada cresta caliza —que aísla el territorio de los fríos vientos predominantes—, el valle se presenta como una gran hoya surcada por distintos arroyos de aguas cristalinas e inagotables.
Cada primavera, a mediados de abril, el paisaje del Valle de Las Caderechas se cubre con el espectacular manto blanco de sus miles de cerezos en flor. Este pequeño y aislado territorio, situado en el extremo noroccidental de La Bureba, encierra un armonioso conjunto paisajístico. En sus estrechos y pintorescos valles se entremezclan los bosques y los campos de frutales —especialmente cerezos y manzanos— con el caserío de unos cuantos pueblos de gran personalidad. La cereza y la manzana reineta de Las Caderechas están protegidas por sendas Marcas de Garantía.
El cultivo del cerezo (Prunus avium) fue introducido en la península ibérica por los romanos. Los de Las Caderechas no son tan antiguos, pero pueden presumir de tener más de mil años y de haber llegado de la mano de los monjes del cercano monasterio de Oña. Los benedictinos, que tenían potestad sobre el territorio, introdujeron los árboles y las técnicas necesarias para el manejo de los frutales.
Marca de Garantía
En la actualidad, la calidad de estas cerezas —al igual que la de las excelentes manzanas reinetas— está amparada por su Marca de Garantía, un distintivo oficial que certifica que los frutos han sido cultivados, recolectados y comercializados cumpliendo estrictos parámetros de calidad y respeto al medio ambiente.
Además, los fruticultores de Las Caderechas se distinguen por el secular mimo con que trabajan la tierra de su amado valle.
Las rutas de los cerezos en flor
La floración de los cerezos en abril es una cita ineludible. Nadie debería perderse la explosión floral —casi simultánea y muy breve en el tiempo— de los miles de cerezos en flor de Las Caderechas. Para disfrutar de este singular espectáculo de la naturaleza pueden realizarse distintas rutas a pie, en bicicleta o en coche por sus numerosos senderos y tranquilas carreteras.
