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Treviño

Treviño

Capital del condado al que da nombre. Posee un interesante trazado medieval en el que destaca la silueta de la torre barroca de la iglesia de San Pedro.

 

El plano del pueblo se compone de calles paralelas y alargadas en sentido este-oeste. El caserío se inscribe en un cuadrado, que sigue las líneas de su antigua muralla, de la que tan sólo queda el ángulo sureste.

 

La arquitectura popular de sus casas es significativa y destaca el edificio del Ayuntamiento, que se asienta en lo que fue palacio señorial de los Manrique de Lara. La iglesia de San Pedro es gótica del siglo XIII, con bella portada. En su interior posee un notable retablo mayor churrigueresco del siglo XVIII.













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Treviño se sitúa en el centro mismo del condado del que es capital y al que da nombre. Se asienta en la falda sur de un cerro, en cuya cima se levantaba un importante castillo. Su fundación se debe fundamentalmente a motivos defensivos. El caserío está limitado al norte por un cerro, al sur por el río Ayuda y a los lados por dos pequeños arroyos. Al ser éste un lugar estrecho, por Treviño pasaba la única vía de comunicación que atravesaba todo el Condado. Los romanos denominaron a la región treviñesa “Trifitum”, que significa tres fronteras.

 

Hay numerosos restos de poblamiento prehistórico en la zona, que demuestran la temprana ocupación humana. Antes de su fundación ya existía un castillo, que seguramente fue erigido en el siglo XI, cuando el rey Alfonso VI incorporó Álava al reino de Castilla. Se cree que Treviño fue fundado por el rey Sancho VI el Sabio en 1151, con el fin de asegurar la frontera navarra frente a los castellanos. Todo este territorio fue definitivamente anexionado a Castilla por Alfonso VIII en 1199 y, en 1254 otro rey castellano, Alfonso X, le otorgó un importante fuero. Permaneció bajo el dominio de la Corona hasta que fue donado al Adelantado Mayor de Castilla, don Pedro Ruiz de Manrique, en 1366, por su colaboración con el rey Enrique II en la victoria sobre su hermano Pedro I. Don Diego Gómez Manrique recibió en 1454, de manos de Juan II, el título de Conde de Treviño.

 

A pesar de los fértiles campos que rodean la vega del río Ayuda, la estratégica situación del lugar como lugar de paso empujó a los habitantes de Treviño a dedicarse al comercio. Desde el siglo XIII los reyes favorecieron, mediante fueros y privilegios, las actividades comerciales, lo que incentivó el asentamiento de una nutrida población.

 

El plano del pueblo se compone de calles paralelas y alargadas en sentido este-oeste. El caserío se inscribe en un cuadrado, que sigue las líneas de su antigua muralla, de la que tan solo queda el ángulo sureste. La arquitectura popular de sus casas es significativa, porque aún conserva las fachadas con partes levantadas en piedra y con los entramados típicos de época medieval. Junto a ellas, se encuentran numerosas casas nobles blasonadas, entre las que hay que destacar la que en su día fue el palacio de los Manrique. Es un edificio del siglo XVI, situado al lado de la iglesia, que aún conserva un gran escudo. Actualmente es la sede del Ayuntamiento. La villa de Treviño tiene un interesante puente románico, con torre defensiva, cuyas ruinas aún despiertan la curiosidad del visitante.

 

Hay que destacar la iglesia parroquial de San Pedro, cuya torre barroca sobresale por encima de todo el caserío. Es uno de los cinco templos parroquiales con los que antes contaba la población. Se trata de un tempo gótico, del siglo XIII, con una hermosa portada de la misma época. En su exterior hay que destacar la hermosa talla en piedra, del siglo XIII, de la Virgen Blanca, situada en una esquina. La torre barroca fue levantada en el siglo XVIII. El cuerpo de campanas lo construyó en 1774 José de Ejalde, pero la cúpula y la linterna comenzaron a realizarse en 1790 por el maestro Juan Agustín de Echeverría, siguiendo el proyecto del arquitecto Garay. La iglesia tiene planta de cruz latina. Está presidida por un retablo churrigueresco, fechado en 1720. En su interior hay que destacar una pila bautismal y un Cristo de época gótica, así como dos cruces procesionales renacentistas.

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Capital del condado al que da nombre. Posee un interesante trazado medieval en el que destaca la silueta de la torre barroca de la iglesia de San Pedro.

 

El plano del pueblo se compone de calles paralelas y alargadas en sentido este-oeste. El caserío se inscribe en un cuadrado, que sigue las líneas de su antigua muralla, de la que tan sólo queda el ángulo sureste.

 

La arquitectura popular de sus casas es significativa y destaca el edificio del Ayuntamiento, que se asienta en lo que fue palacio señorial de los Manrique de Lara. La iglesia de San Pedro es gótica del siglo XIII, con bella portada. En su interior posee un notable retablo mayor churrigueresco del siglo XVIII.



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Treviño se sitúa en el centro mismo del condado del que es capital y al que da nombre. Se asienta en la falda sur de un cerro, en cuya cima se levantaba un importante castillo. Su fundación se debe fundamentalmente a motivos defensivos. El caserío está limitado al norte por un cerro, al sur por el río Ayuda y a los lados por dos pequeños arroyos. Al ser éste un lugar estrecho, por Treviño pasaba la única vía de comunicación que atravesaba todo el Condado. Los romanos denominaron a la región treviñesa “Trifitum”, que significa tres fronteras.

 

Hay numerosos restos de poblamiento prehistórico en la zona, que demuestran la temprana ocupación humana. Antes de su fundación ya existía un castillo, que seguramente fue erigido en el siglo XI, cuando el rey Alfonso VI incorporó Álava al reino de Castilla. Se cree que Treviño fue fundado por el rey Sancho VI el Sabio en 1151, con el fin de asegurar la frontera navarra frente a los castellanos. Todo este territorio fue definitivamente anexionado a Castilla por Alfonso VIII en 1199 y, en 1254 otro rey castellano, Alfonso X, le otorgó un importante fuero. Permaneció bajo el dominio de la Corona hasta que fue donado al Adelantado Mayor de Castilla, don Pedro Ruiz de Manrique, en 1366, por su colaboración con el rey Enrique II en la victoria sobre su hermano Pedro I. Don Diego Gómez Manrique recibió en 1454, de manos de Juan II, el título de Conde de Treviño.

 

A pesar de los fértiles campos que rodean la vega del río Ayuda, la estratégica situación del lugar como lugar de paso empujó a los habitantes de Treviño a dedicarse al comercio. Desde el siglo XIII los reyes favorecieron, mediante fueros y privilegios, las actividades comerciales, lo que incentivó el asentamiento de una nutrida población.

 

El plano del pueblo se compone de calles paralelas y alargadas en sentido este-oeste. El caserío se inscribe en un cuadrado, que sigue las líneas de su antigua muralla, de la que tan solo queda el ángulo sureste. La arquitectura popular de sus casas es significativa, porque aún conserva las fachadas con partes levantadas en piedra y con los entramados típicos de época medieval. Junto a ellas, se encuentran numerosas casas nobles blasonadas, entre las que hay que destacar la que en su día fue el palacio de los Manrique. Es un edificio del siglo XVI, situado al lado de la iglesia, que aún conserva un gran escudo. Actualmente es la sede del Ayuntamiento. La villa de Treviño tiene un interesante puente románico, con torre defensiva, cuyas ruinas aún despiertan la curiosidad del visitante.

 

Hay que destacar la iglesia parroquial de San Pedro, cuya torre barroca sobresale por encima de todo el caserío. Es uno de los cinco templos parroquiales con los que antes contaba la población. Se trata de un tempo gótico, del siglo XIII, con una hermosa portada de la misma época. En su exterior hay que destacar la hermosa talla en piedra, del siglo XIII, de la Virgen Blanca, situada en una esquina. La torre barroca fue levantada en el siglo XVIII. El cuerpo de campanas lo construyó en 1774 José de Ejalde, pero la cúpula y la linterna comenzaron a realizarse en 1790 por el maestro Juan Agustín de Echeverría, siguiendo el proyecto del arquitecto Garay. La iglesia tiene planta de cruz latina. Está presidida por un retablo churrigueresco, fechado en 1720. En su interior hay que destacar una pila bautismal y un Cristo de época gótica, así como dos cruces procesionales renacentistas.











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