
Huérmeces
Huérmeces
Muy cerca de un estratégico desfiladero abierto por el río Urbel, se levanta la villa de Huérmeces, enclavada en un singular paisaje en el que entran en contacto dos vastas regiones geográficas: la cuenca sedimentaria castellana y la Cordillera Cantábrica, representada en su extremo meridional por la comarca de Las Loras.
La ocupación de este territorio es temprana, como lo pone de manifiesto el hallazgo en sus inmediaciones de interesantes restos arqueológicos, como la cueva de Valdegoba, el castro celtibérico de San Vicente y varios asentamientos romanos. Sin embargo, el núcleo de Huérmeces no aparece como tal hasta su fundación a finales del siglo IX, si bien va a ser en el siglo XVI cuando la villa alcance su período de mayor prosperidad, con la instalación en ella de algunas familias poderosas que levantarán los palacios y casonas señoriales que confieren empaque y singularidad al pueblo respecto a los de su entorno.


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Destacan dos importantes palacios. En el centro del pueblo, el palacio de los Fernández Zorrilla, construido en el siglo XVII. Próximo a modelos santanderinos, dominan en su fachada grandes escudos y balcones en el cuerpo central. Se remata con un alero muy volado y está flanqueado por sendas torres. En el interior cuenta con una amplia escalera. A las afueras se sitúa el palacio renacentista de los Salamanca, que presenta una planta rectangular alargada con una puerta de entrada adornada con escudos y medallones. En una de las esquinas posee un elegante balcón.
También es interesante la iglesia parroquial de San Juan Bautista, obra neoclásica realizada por Fernando González de Lara. Tiene planta de cruz griega y una cúpula central cuyo interior se decora con casetones que imitan los del Panteón de Roma. Los cuatro brazos se cubren con bóvedas de medio cañón con casetones decorados con grandes flores. A los pies se levanta el coro, alojado en el cuerpo inferior de la torre y cubierto con bóvedas de ojivas estrelladas.
El tipo arquitectónico dominante en la zona es la casa del páramo, que se caracteriza por sus volúmenes cúbicos, por la utilización de piedra caliza en su construcción y por la aparición de escasos y protegidos vanos.
En las afueras del pueblo se levanta la torre de los Padilla, de la que se conservan dos lienzos enteros y una parte del arranque de los otros dos. Se sabe que existió una fortaleza al norte del pueblo, en el cerro donde hoy se encuentra la ermita de Cuesta Castillo.
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Huérmeces
Muy cerca de un estratégico desfiladero abierto por el río Urbel, se levanta la villa de Huérmeces, enclavada en un singular paisaje en el que entran en contacto dos vastas regiones geográficas: la cuenca sedimentaria castellana y la Cordillera Cantábrica, representada en su extremo meridional por la comarca de Las Loras.
La ocupación de este territorio es temprana, como lo pone de manifiesto el hallazgo en sus inmediaciones de interesantes restos arqueológicos, como la cueva de Valdegoba, el castro celtibérico de San Vicente y varios asentamientos romanos. Sin embargo, el núcleo de Huérmeces no aparece como tal hasta su fundación a finales del siglo IX, si bien va a ser en el siglo XVI cuando la villa alcance su período de mayor prosperidad, con la instalación en ella de algunas familias poderosas que levantarán los palacios y casonas señoriales que confieren empaque y singularidad al pueblo respecto a los de su entorno.
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Destacan dos importantes palacios. En el centro del pueblo, el palacio de los Fernández Zorrilla, construido en el siglo XVII. Próximo a modelos santanderinos, dominan en su fachada grandes escudos y balcones en el cuerpo central. Se remata con un alero muy volado y está flanqueado por sendas torres. En el interior cuenta con una amplia escalera. A las afueras se sitúa el palacio renacentista de los Salamanca, que presenta una planta rectangular alargada con una puerta de entrada adornada con escudos y medallones. En una de las esquinas posee un elegante balcón.
También es interesante la iglesia parroquial de San Juan Bautista, obra neoclásica realizada por Fernando González de Lara. Tiene planta de cruz griega y una cúpula central cuyo interior se decora con casetones que imitan los del Panteón de Roma. Los cuatro brazos se cubren con bóvedas de medio cañón con casetones decorados con grandes flores. A los pies se levanta el coro, alojado en el cuerpo inferior de la torre y cubierto con bóvedas de ojivas estrelladas.
El tipo arquitectónico dominante en la zona es la casa del páramo, que se caracteriza por sus volúmenes cúbicos, por la utilización de piedra caliza en su construcción y por la aparición de escasos y protegidos vanos.
En las afueras del pueblo se levanta la torre de los Padilla, de la que se conservan dos lienzos enteros y una parte del arranque de los otros dos. Se sabe que existió una fortaleza al norte del pueblo, en el cerro donde hoy se encuentra la ermita de Cuesta Castillo.

